
Más de medio millón de personas asistieron al desfile inaugural de Union Station. Fotografía cortesía de la Biblioteca Digital USC.
Muchos saben que Union Station es la terminal de pasajeros más importante, no sólo de Los Ángeles sino de California, pero lo que muy pocos saben es que fue la última de las grandes estaciones que se construyeron en Estados Unidos en el siglo pasado.
La época de oro de las terminales de trenes de pasajeros se vivió hasta antes de la Segunda Guerra Mundial. En este periodo, las estaciones eran consideradas como un símbolo del estatus de una ciudad y por ello se diseñaban y construían con el mayor lujo posible. El ejemplo perfecto es el desaparecido edificio original de la estación Pennsylvania de Nueva York, cuyo estilo fue inspirado en los antiguos baños romanos.
A lo largo y ancho de todo el país, en las grandes metrópolis se construían Union Stations, nombradas así porque representaban la unión de varias compañías de trenes que compartían una terminal. Con frecuencia, estas estaciones eran utilizadas también para llevar a cabo mejoras públicas alrededor de ellas y realzar la belleza de las ciudades.
A diferencia de otras ciudades, sin embargo, en Los Ángeles la construcción de la nueva terminal fue objeto de una ardua batalla entre intereses políticos y corporativos que duró más de 20 años. En su libro, “The Last of the Great Stations”, Bill Bradley revela que entre las principales discrepancias se encontraba el hecho de que las compañías de trenes, que fueron las que costearon la terminal, se negaban a cumplir con los deseos de las autoridades, incluyendo el sitio donde se debería erigir la estación.
Al final, la estructura que alberga Union Station se inauguró en 1939. Y, aunque carecía de las proporciones de otras terminales en el país, el edificio se caracterizó por combinar de manera exitosa la estética y la funcionalidad.
La ironía fue que, para la fecha en que Union Station abrió sus puertas, empezó gradualmente el declive de los trenes de pasajeros debido al auge que empezaron a cobrar los aviones y los autos.
Por esa razón, muchos pronosticaron, en ese entonces, que Union Station sería la última de las grandes estaciones de trenes de pasajeros. Lo que no imaginaron fue que en los albores del siglo XXI la estación reviviría y se convertiría de nuevo en el centro de transporte público terrestre más importante de California.
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