
Fotos: Gary Leonard
Héctor Rodríguez, quien desde hace dos años es funcionario ejecutivo de Administración de Operaciones en Metro, sabe por experiencia propia lo importante que es para millones de personas el transporte público, pues gran parte de su niñez y de su juventud las pasó a bordo de autobuses.
“Yo nací y crecí en Tijuana y, como mi familia era de escasos recursos, siempre viajaba en autobús. Cuando llegué a Los Ángeles, a los 12 años, también tomaba el autobús para ir a la high school y después a la universidad. En mis años de estudiante universitario tenía que levantarme a las 4 de la mañana para llegar de Montebello a Long Beach a las 8 de la mañana y cuando salía eran otras cuatro horas de viaje”, recuerda mientras camina por el túnel de Union Station.
Esta experiencia, dice Rodríguez, lo marcó profundamente. “Siempre quise trabajar en el área de transporte y ayudar a mejorar el servicio porque sé que mucha gente depende del autobús o del tren para sus actividades diarias. Por eso desde que entré a trabajar a Metro mi única meta ha sido contribuir a mejorar el transporte de Los Ángeles”, subraya.
Rodríguez explica que su trabajo actual consiste en estar a cargo de las operaciones de trenes y autobuses para lo que cuenta con un presupuesto anual de más de mil millones de dólares. “Nos encargamos de pagar las facturas de la empresa y los sueldos de los mecánicos y conductores, que son más de 7,000”.
En opinión del funcionario, para lograr la meta de mejorar la calidad del servicio es indispensable cambiar la cultura y la mentalidad de los trabajadores. Esto se logra, dice, a través de una buena comunicación entre los jefes y su personal. “Hay que hablar con los empleados, explicarles cuáles son las metas e implementar un sistema para medir los cambios que queremos hacer”.
Rodríguez explica que en los dos últimos años ha habido una importante mejoría en el servicio de autobuses. “Anteriormente llegaban a tiempo el 60% de las veces, ese porcentaje ahora subió a 77% y tenemos la meta de llegar al 85% en junio de este año”, asegura. En cuanto a los trenes, manifiesta que prácticamente no sufren retraso debido a que no tienen que lidiar con problemas del tráfico.
Por lo que respecta a los accidentes, manifiesta que casi siempre ocurren por errores de cálculo. “Muchas ocasiones la gente cree que un autobús o un tren se mueven más despacio de lo que en realidad lo hacen y por eso hay muchos accidentes. Para evitar esto en lo posible damos entrenamiento a los conductores para que aprendan a manejar de manera defensiva. Según Rodríguez, el porcentaje de accidentes en general ha bajado de 7% hace dos años a 4%.
El funcionario subraya que, dentro de Metro, siempre hay espacio para nuevos conductores. “Como son alrededor de cuatro mil, siempre tenemos escasez debido a que algunos se jubilan, otros renuncian o se mudan a otras ciudades, así que constantemente se necesitan nuevos conductores”, precisa.
Rodríguez reconoce, por otro lado, que en Los Ángeles es difícil que la gente opte por el transporte público cuando tiene la posibilidad de manejar un auto. Esto se debe, en su opinión, a que las calles son muy largas y para ir de una parada de autobús a su destino las personas generalmente tienen que caminar mucho.
Sin embargo, Rodríguez puntualiza que, cuando el precio de la gasolina sube, la gente sí ve la conveniencia de usar los trenes y autobuses.
Inicios
Rodríguez estudió administración en Cal State Long Beach y obtuvo su maestría en la Universidad Pepperdine.
Su primer empleo fue con una organización no lucrativa que cuidaba de niños y ancianos y ahí aprendió a recaudar fondos. Después trabajó con una compañía que hacía auditorías de contratistas y en 1992 entró a trabajar con LACTC. En 1994 esta compañía se fusionó con RTD y se creó la MTA, por lo que empezó a trabajar aquí en operación de trenes.
En 1999 lo contrató una compañía que hacía equipo médico como gerente de contabilidad. Después trabajó para Foothill Transit y en 2008 regresó a Metro.
Sencillo y afable, Rodríguez considera que hay que estar preparado para lo que la vida le mande a uno y confiesa que ha salido adelante en la vida gracias al ejemplo de sus padres, originarios de México, que le enseñaron el valor de la educación.
Aclara, sin embargo, que la educación no lo es todo. “Hay que tener también ganas de trabajar y disfrutar de lo que uno hace, si no, lo mejor es cambiar de área. Yo he disfrutado mucho todos los empleos que he tenido, quiero estar feliz en mi trabajo para estar feliz en mi casa”, asegura con una amplia sonrisa.
Rodríguez tiene un hijo de tres años y medio cuya foto muestra orgulloso y cuenta que, desde ahora, al niño le gustan, como a su papá, los deportes y los trenes.
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