
Fotos: Gary Leonard
Con 700 dólares, tres aspiradoras y la certeza de que si se esforzaba saldría adelante, Anita Ron inició Briteworks, una compañía de limpieza de negocios, en 1996.
“Yo trabajaba más de 40 horas a la semana en una empresa que vendía almuerzos escolares. El problema era que casi no veía a mis hijos, una niña de seis años y un bebé de seis meses, así que renuncié para poner mi propio negocio”, cuenta Anita, quien comenzó contratando a sus sobrinos para que le ayudaran, y hoy tiene 57 empleados.
Entre los clientes de Briteworks se encuentra Metro. “Desde hace cinco años limpiamos el grafito de autobuses y de los trenes de la Línea Verde del Metro (Metro Green Line) gracias a que obtuvimos un subcontrato de una empresa de limpieza más grande”, dice Anita.
La empresaria explica que, a pesar de que hay mucha competencia en su ramo, logró que le dieran el subcontrato porque contaba con el documento que la certifica como dueña de un pequeño negocio. “Muchos no saben que necesitan tener ese certificado para que los tomen en cuenta a la hora que las agencias del gobierno o las empresas grandes subcontratan a los pequeños empresarios”, asegura.
Para Anita la experiencia de trabajar para Metro ha sido muy positiva. “Es un contrato que me permite dar empleo a otros y eso para mí representa una gran satisfacción”, puntualiza.
Anita dice que, si bien ahora tiene decenas de clientes, los inicios de su empresa no fueron fáciles. “Cuando uno tiene su propio negocio hay que hacer muchos sacrificios, trabajar largas horas y a veces sin pago. Yo, por ejemplo, trabajé cinco años sin darme a mí misma un sueldo. Fue muy duro, pero es la única forma de que un negocio prospere. Desafortunadamente mucha gente no lo entiende así y por eso fracasa”, asegura.
Aunque está contenta por lo que ha logrado, dice que aún está muy lejos de alcanzar sus metas.
“Más allá del dinero, yo busco ayudar a la comunidad. Mi sueño es ser una buena líder, poner el ejemplo a los demás con mi trabajo y abrir puertas para otros”, subraya Anita, quien pertenece al Club de Leones y es presidenta de YWCA de San Gabriel.
Entre las causas por las que lucha, Anita señala que le interesa de manera particular terminar con la injusticia, la desigualdad y la violencia doméstica.
Aunque Anita nació en Estados Unidos, se considera orgullosa de su herencia latina. Su papá nació en Monterrey, México y su mamá en Texas, pero es de origen mexicoamericano. Una de las cosas que le da más gusto, dice, es ver cómo las mujeres latinas como ella ganan cada vez más terreno en este país gracias a su esfuerzo diario.
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