Jorge Galván: la satisfacción del deber cumplido

Jorge Galván, izquierda, con uno de los supervisores del BOC. (Foto José Ubaldo/El Pasajero)

Como asistente del gerente del Bus Operations Center (Centro de Operación de Autobuses o BOC), Jorge Galván tiene a su cargo a 60 supervisores que vigilan segundo a segundo lo que pasa en los 2,200 vehículos que integran la flotilla de autobuses Metro para responder ante cualquier emergencia.

Es un trabajo que exige una concentración total pues, en cualquier momento, puede suceder lo inesperado. “A veces son fallas mecánicas o incidentes menores como pasajeros que no se saben comportar dentro del autobús, pero otras veces son problemas serios como accidentes, asaltos o cierres de avenidas”, revela Galván, un hombre extrovertido y de palabra fácil.

Galván explica que los supervisores del BOC trabajan 24 horas, siete días a la semana para responder ante cualquiera de estas emergencias. Para llevar a cabo su labor, cuentan con computadoras que utilizan una tecnología denominada Sistema de Manejo Avanzado de Transporte (ATMS por sus siglas en inglés) que les permite localizar a los autobuses por medio del GPS . Este sistema se combina con teléfonos donde reciben directamente las llamadas de los conductores o bien del público para solicitar asistencia.

Cuando llega una de estas llamadas, precisa Galván, los supervisores tienen que actuar de prisa para prestar el auxilio correspondiente. “Si se trata de una descompostura, hay que llamar al mecánico, si es un asalto a la policía, si es un accidente a los paramédicos, etc. En caso que sea necesario se tiene que coordinar también el envío de otro autobús para que traslade a los pasajeros”.

Si bien el trabajo que realiza es complejo y tiene sus momentos de gran tensión, Galván asegura que le gusta porque le permite ayudar a la gente. “Es muy satisfactorio saber que desde aquí podemos auxiliar al público, que podemos ayudar a resolver problemas, eso es lo importante”, manifiesta Jorge, quien ocupa su cargo actual desde 2001.

Para Galván lo más importante de su trabajo es poder ayudar al público.

Galván entró a Metro en 1986, cuando sólo tenía 21 años. “En esa época yo trabajaba en una compañía similar a UPS, pero se fue a la bancarrota. Entonces me enteré que había una oportunidad para entrar a Metro como conductor de autobuses, fui a pedir el trabajo y me aceptaron”, relata.

Aunque le gustaba ser chofer, Galván dice que, desde que consiguió este trabajo, pensó que no se iba a quedar ahí toda la vida. “Siempre me ha gustado superarme, así que empecé a tomar cursos de entrenamiento para ser supervisor”.

Jorge inició así una carrera ascendente en Metro. En menos de dos años se convirtió en supervisor de caminos. Después, ha sido supervisor de division, de radios y de exámenes e instrucción en el BOC.

Además de su trabajo, para Jorge lo más importante son sus raíces y su familia. “Nací en el Este de Los Ángeles y siempre he vivido aquí, me gusta mucho mi vecindario”, dice en perfecto español.

Cuenta que su papá es originario de Guanajuato y su mamá es nacida en Estados Unidos, pero de origen mexicano. Agrega que, de pequeño, siempre fue a una escuela católica porque su familia es muy religiosa y tradicional. Aunque no es casado ni tiene hijos, nunca se siente solo porque tiene 10 hermanos y muchos sobrinos con los que le encanta convivir.

Su pasatiempo favorito es viajar. “He visitado muchos lugares como Brasil, Argentina, Hawaii y, desde luego, he ido muchísimas veces a México”, precisa.

Si bien no terminó una carrera en la Universidad, siempre le ha gustado superarse tomando clases generales en el college y cursos de entrenamiento en Metro.

Su sueño, dice, es convertirse en gerente en Metro. “Ya solicité este cargo, pero se lo dieron a otra persona. Espero que pronto haya otra oportunidad y pueda lograr mi objetivo”, asegura con optimismo.