Robert Torres, orgullo por servir a Metro y velar por la seguridad laboral

Robert Torres. (Foto Juan Ocampo/El Pasajero)
Robert Torres. (Foto Juan Ocampo/El Pasajero)

Desde hace 11 años, Robert Torres carga sobre sus hombros la ardua responsabilidad de velar por la seguridad de los cinco mil conductores de autobuses de Metro.

Es una tarea que él califica, a la vez, como desafiante y satisfactoria. “Es un reto porque obviamente tenemos que hacer todo lo que está a nuestro alcance para evitar accidentes, para que tanto nuestros trabajadores como nuestros usuarios estén seguros, pero eso no significa que estemos protegidos totalmente contra cualquier percance”, admite en tono serio.

“Al mismo tiempo”, agrega, “para mí es muy satisfactorio estar a cargo de mi equipo, ir al lugar de trabajo de los conductores, hablar con ellos, acompañarlos en sus recorridos a bordo del autobús, intercambiar opiniones, guiarlos, todo esto me llena mucho y compensa el arduo trabajo”.

Torres, un hombre caracterizado por su afabilidad y don de mando, explica que el Departamento de Seguridad de Transporte de Metro está dividido en tres áreas: la de trenes, la de construcción y la de autobuses. El encabeza esta última y, para llevar a cabo su labor cuenta con la colaboración de ocho personas que trabajan directamente para él y que tienen como responsabilidad principal cumplir al pie de la letra con los reglamentos de la División de Seguridad y Salud Ocupacional de California, mejor conocida como Cal/OSHA.

El funcionario subraya que a todos los conductores se les da un entrenamiento intensivo sobre la manera de evitar accidentes y se recompensa a quienes no tienen problemas durante el año.

A pesar de todas las precauciones que se toman y de que lo ideal sería que no hubiera accidentes, éstos ocurren. “Este año tuvimos una tasa de 3.48 accidentes por cada cien mil millas recorridas. Para el próximo año nuestra meta es reducirla a 3.27 por cada cien mil millas”, dice.

En el 70% de los casos, especifica Torres, los accidentes en los que están involucrados los autobuses de Metro se deben a errores de otros conductores o de peatones. Cada vez que ocurre un percance, subraya, se lleva una investigación exhaustiva no sólo para deslindar responsabilidades sino para saber exactamente cuáles fueron las causas y tratar de evitarlas en el futuro.

Torres empezó a trabajar en el área de transporte en 1982, en la agencia RTD, que precedió a Metro. Ahí empezó a desempeñarse como analista de seguridad, poco después de haberse graduado de Cal State Los Angeles en Administración de Negocios.

Poco a poco comenzó a involucrarse en el Departamento de Seguridad y a tomar cada vez más cursos en este campo hasta que se convirtió en un experto, por lo que en el 2000, después de haber ocupado varios cargos de supervisión, se convirtió en el director del área de Seguridad de Autobuses.

Torres nació en Los Ángeles y vivió parte de su niñez en el Este de Los Ángeles, después se mudó a Santa Fe Springs, donde estudió la secundaria. Antes de ir a la Universidad, estuvo dos años en el ejército.

Su familia es originaria de El Paso Texas. Su mamá murió hace algunos años y su papá tiene 88 años y aún vive. “Yo soy quien me hago cargo de él, paso todo el tiempo que puedo a su lado, especialmente los fines de semana porque ya necesita mucha ayuda”, dice.

Robert tiene dos hijos, de 21y 25 años, de su primer matrimonio, que son su mayor alegría y orgullo. Ambos viven fuera de California. “Mi hijo reside y estudia en Massachusetts y mi hija vive en Nueva York. Trabajó tres años para la ciudad y ahora ha decidido regresar a estudiar Leyes. Los dos son magníficos muchachos, me siento muy orgulloso de ellos”, asegura.

Actualmente está casado en segundas nupcias con Bárbara Lorenzo, quien es cubana y también trabaja en Metro. El hermano de Torres también labora en la agencia en el Departamento de Planificación. “Somos una familia a la que nos gusta mucho Metro”, dice riendo.

Aunque ya tiene 64 años, se mantiene en forma gracias a que juega al golf. Por ahora todavía no piensa en el retiro. “Me gusta mucho mi trabajo y gozo de buena salud, así que no veo la razón para dejar de trabajar”.

Lo que más orgullo le da de su trabajo, dice, es cuando sale a la calle y ve a la gente abordar los trenes y autobuses de Metro. “Es muy satisfactorio saber que uno colabora para prestar ese servicio y que las personas puedan llegar a sus destinos, ya sea a su empleo, a la escuela, al doctor, a hacer sus compras o visitar a sus familias”.