Por Kim Upton
En los trenes de las líneas Roja y Púrpura de Metro no hay tráfico, pero sí usuarios que actúan fuera de control. Desde jalar la manija de emergencia sin razón hasta saltar sobre las vías para recoger un sombrero que se cayó, algunos pasajeros ponen a prueba la pericia de los operadores de trenes, que deben estar preparados para enfrentar todo tipo de situaciones difíciles.
Sobre la superficie de las calles de L.A., donde corren los trenes de las líneas Dorada, Azul y Expo, hay siempre autos, peatones, ciclistas y mascotas que se cruzan en el camino. Una de las líneas pasa por un parque de patinaje y uno nunca puede prever lo que harán los muchachos, por lo que los operadores deben mantenerse en alerta máxima cuando se aproximan a esa zona.
Un autobús puede frenar de manera brusca (aunque no sea lo más recomendable), pero un tren con seis vagones que tienen un peso de 80,000 libras cada uno, no puede hacerlo.
Estas son algunas de las razones por las que los conductores de los trenes tienen que guiarse por docenas de reglas y trabajar muy de cerca con quienes están en el Centro de Operaciones de Trenes (ROC), donde hombres y mujeres monitorean cuidadosamente todo lo que pasa en el sistema de trenes, tanto en la superficie como bajo ésta.
La flota de trenes de Metro es manejada por un equipo de alrededor de 250 hombres y mujeres. Todos ellos fueron alguna vez conductores de autobuses por lo que entienden las satisfacciones y retos de trabajar con el público. Pero aprender a manejar un tren lleno de pasajeros durante las horas pico es una enorme responsabilidad.
Los operadores potenciales de trenes deben pasar una revisión de su historial, un examen de agilidad física y de visión para ser considerados como candidatos a conductores. Después de eso tienen que pasar por siete semanas de entrenamiento.
Los operadores de trenes ligeros y de subterráneos empiezan con el mismo entrenamiento y después se dividen en grupos de acuerdo al tipo de tren que manejarán. Los nuevos conductores se asignan a las líneas de acuerdo con las vacantes que hay. El pago es el mismo para un conductor de autobús, tren ligero o subterráneo y se basa en la antigüedad.
Hay algunas similitudes entre la operación de trenes y autobuses. En ambas se tiene que interactuar con el público, aunque en los trenes es menos. Los conductores de trenes y autobuses deben aprender a controlar sus respectivos vehículos. Y como los pilotos de las aerolíneas, todos empiezan sus turnos con una inspección de su vehículo. En los trenes esto incluye una verificación de los frenos, tanto los normales como los de emergencia.
Los operadores de trenes también deben aprender a utilizar un controlador maestro que funciona como un pedal de gasolina. Los trenes subterráneos corren a un máximo de 70 millas por hora en el túnel entre las estaciones Hollywood/Highland y UniversalCity, pero generalmente se mueven de 40-50 millas por hora. Los trenes ligeros tienen los mismos límites de velocidad que los vehículos con los que comparten las calles. Un sistema de protección automática del tren le indica al operador si está manejando demasiado rápido. También puede disminuir automáticamente la velocidad del tren si el conductor no está siguiendo las órdenes o si se está acercando a un tren adelante de él.
Durante el entrenamiento, los operadores deben aprender un conjunto de reglas que les ayudan cuando se presentan problemas inesperados. Entre otras cosas, aprenden cómo compartir una vía con otros trenes, tanto de su línea, como si van en dirección opuesta, cómo darle la vuelta a un tren descompuesto o a una estación cerrada por vigilancia policíaca. También aprenden qué hacer en caso de que un pasajero se enferme o de que haya un altercado o un sismo. Pero las decisiones más importantes sobre qué hacer las toman los hombres y mujeres que trabajan en el ROC en el centro de L.A. En todas las decisiones, la seguridad de los pasajeros es la prioridad.
Las lecciones son importantes porque las decisiones se tienen que tomar rápido, tanto por razones de seguridad como para mantener a las líneas en servicio. Cuando un tren se detiene afecta al resto de la línea y del sistema. Durante las horas pico puede haber 64 trenes corriendo de manera simultánea en el sistema. Es como un rompecabezas en constante movimiento.
Pocos operadores de trenes dejan este trabajo para regresar a los autobuses, aunque algunos lo hacen…quizá uno o dos al año. Algunas veces se sienten incómodos con la responsabilidad de manejar una máquina enorme como lo es un tren. A veces es por la soledad de la cabina del tren. Otras veces extrañan la interacción con los pasajeros y las amistades que surgen de ésta.
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