Con motivo del 75 aniversario de Union Station, Metro creó una publicación conmemorativa especial: “Union Station: 75 Years in the Heart of LA” (“Union Station: 75 años en el corazón de LA”), que contiene ocho ensayos escritos y cinco fotográficos de los autores John C. Arroyo, William D. Estrada, Stephen Fried, Rafer Guzman, David Kipen, Marisela Norte, D. J. Waldie y Alissa Walker. Todos serán publicados en The Source y El Pasajero. La serie fue editada por Linda Theung, editora y escritora que reside en Los Ángeles.
Los partidarios de los alimentos de calidad en Union Station
Por Stephen Fried
Cuando el Southwest Chief entró a L.A. después de nuestro viaje nocturno desde Winslow, Arizona, era muy temprano para despertar en una estación de tren. Mi esposa y yo nos levantamos de nuestros compartimientos para dormir y, con nuestras caras tan arrugadas como nuestra ropa, arrastramos nuestras bolsas de la plataforma en un silencio sin cafeína hasta la cavernosa sala de espera, lo que, en opinión de Jonah, podría haber sido como si hubiéramos sido tragados por una ballena de estilo Misión Moderno.
Aunque nuestros ojos no estaban todavía completamente abiertos, y nunca antes habíamos estado en este edificio, parecíamos saber adonde ir, como si los pasajeros de trenes estadounidenses hubieran nacido con la habilidad de encontrar el camino hasta la puerta frontal del restaurante Fred Harvey.
En esta particular puerta que es toda de vidrio, como el muro de 40 pies de altura del que forma parte, presionamos nuestras narices contra los paneles para tratar de tener una mejor vista del restaurante de la última de las grandes estaciones de trenes de Estados Unidos y el principal logro en la carrera de la destacada arquitecta y diseñadora Mary Colter, una de las pocas mujeres arquitectas de esa era. Aunque sus peculiares mesas, junto con las cabinas, creaban toda clase de esquinas íntimas en lo que de otra forma se hubiera sentido como un hangar de aviones estilo Art Deco, ya no existen, el salón todavía brilla con nostalgia y produce valores y promesas. Y la parte más ingeniosa de su diseño—un piso de azulejos que semeja a un campo de futbol del tamaño de una alfombra Navajo—parece como si hubiese sido instalado apenas ayer.

La arquitecta Mary Colter. Foto de Appetite for America, cortesía de la colección de Mary Larkin Smith, Grand Canyon National Park.
Mucha gente que creció o se trasplantó en Los Ángeles no sabe la importancia de este espacio del viejo restaurante Fred Harvey y si lo saben es porque han estado en una boda o en un Bar Mitzvah aquí, debido a que ha sido rentado para eventos y películas por años esperando su segundo acto. Pero yo lo he estado vislumbrando por años, mientras estoy sentado en mi oficina en Filadelfia escribiendo la saga de Fred Harvey y su imperio hospitalario en el Oeste en los trenes de Atchison, Topeka & Santa Fe. El sistema de Fred Harvey enlazaba 80 ciudades y pueblos entre los Grandes Lagos, el Golfo de México y el Pacífico pero era más famoso por conectar Chicago y Los Ángeles por tren en las décadas anteriores a los prácticos viajes en auto y avión.
Fred Harvey fue un inmigrante británico que trabajó para las vías de trenes del Medio Oeste como agente de carga y entonces, a los 40 años, a mediados de 1870, tuvo una crisis de la edad madura que cambió para siempre la industria restaurantera y hospitalaria de Estados Unidos.
Los trenes al oeste de Chicago no tenían comedores y no había “union stations”—todos los trenes tenían su propia estación en los pueblos a los que daban servicio y, cada cien millas, las estaciones tenían “casas para comer”, donde los trenes hacían parada. Estas servían alimentos incomibles debido a que los dueños locales sabían que era altamente improbable que llegaran clientes pronto. (También a propósito servían la comida poco antes de que el tren partiera para que los clientes apenas pudiera comer y así la comida que dejaban la servían a otros).
Harvey pensó que si una línea de tren se enfocaba realmente en ofrecer comida y servicio excelentes podría fácilmente vencer a sus competidores y la mejor forma de hacerlo sería una compañía, la primera cadena nacional, que manejara la operación centralmente. Él lanzó su idea en alianza con Santa Fe en Kansas y creció con la línea al tiempo que ésta se expandió al Oeste, Este y Sur.

El menú impreso más antiguo que existe de Fred Harvey, de 1888. De Appetite for America, cortesía de la colección de Jere Krakow.
Conforme la operación de Fred Harvey se hizo más conocida, los restaurantes y sus famosas meseras “Harvey Girl” contratadas en Kansas City y Chicago y de ahí enviadas a todo el sistema Harvey como soldaderas culinarias, se convirtieron en una piedra angular del crecimiento del Sur de California.
El restaurante Fred Harvey original en Los Ángeles se inauguró en 1893 en la estación La Grande de Santa Fe, en las calles Second y Santa Fe, que ahora son el corazón del Distrito de las Artes. Creció en popularidad e importancia al igual que L.A. especialmente porque Hollywood se convirtió en el hogar de invierno de la naciente industria de películas.
Los primeros directores, escritores y actores vinieron a Los Ángeles en trenes de Santa Fe—especialmente el California Limited y después el famoso Super Chief. A partir de 1912, se hizo muy común que las estaciones de Santa Fe se usaran también como locaciones, con directores como Mack Sennett y D. W. Griffith filmando tiroteos entre vaqueros e indios de películas mudas en el Harvey Alvarado Hotel en Albuquerque. Posteriormente, La Grande en L.A. se convirtió en escenario para filmes protagonizados por Laurel y Hardy, James Cagney, y otros (incluyendo después que se cerró, Meet Me in St. Louis, con Judy Garland).
Aunque la compañía de Fred Harvey se inventó para aprovechar la falta de “union stations” y comedores en los trenes, se convirtió en sinónimo de ellos desde mediados de 1890. Fue entonces cuando Santa Fe agregó restaurantes Fred Harvey en todo el sistema y St. Louis se convirtió en la primera de las grandes ciudades de Estados Unidos en construir una moderna terminal, donde la compañía Harvey fue contratada no sólo para manejar los restaurantes sino también las tiendas y los servicios. Le siguió en 1914 Kansas City Union Station, Chicago Union Station en 1925 y Cleveland Union Station en 1930. Para la época en que Los Ángeles empezó a construir su propio edificio de Union Station en la década de 1930, la red de restaurantes Fred Harvey había estado en existencia por 60 años. Fred ya no estaba y el negocio de la familia había pasado a una tercera generación en la mitad de un declive económico y el continuo ascenso de los viajes en auto y en avión.

En la nueva estación, el restaurante Fred Harvey estaba listo para abrir con su personal de Harvey Girls. Cortesía de Los Angeles Railroad Heritage Foundation Collection. Foto: Santa Fe Railway.

Postal de Fred Harvey de Chicago Union Station. De Appetite for America, cortesía de la colección Michael McMillan.

Salón de almuerzos en la estación Chicago Dearborn. De Appetite for America, cortesía de la colección Gordon Chappell, Denver Public Library.

Harvey Girls en la estación original de Dearborn en Chicago, antes de que la ciudad tuviera una Union Station. De Appetite for America, cortesía de la colección Gordon Chappell, Denver Public Library.

Harvey Girls en Waynoka, OK, en 1920. De Appetite for America, cortesía de Waynoka Historical Society.
El hermoso restaurante Harvey de la estación fue obra de la diseñadora de casa, la gurú Mary Colter, quien creó tanto el estilo de interiores de Santa Fe como lo que se convirtió en la estética arquitectónica dominante en el National Park Service (en la Cuenca Sur del Gran Cañón, que operaba Fred Harvey). Todavía se pueden ver a través de las ventanas el impresionante piso y el techo que Colter diseñó. Menos fáciles de ver, a menos que uno esté adentro, son las cabinas de piel roja en el hermoso bar deco que el miembro de la familia Harvey, J. Stewart Harvey, Jr. recuerda se ordenaron al último minuto. “La clientela era gente de Hollywood, actores, productores y era deseable extender el lujo del estilo deco del Super Chief al nuevo bar,” recuerda. “También era un lugar oscuro donde las actrices podían esconderse de la vista del público hasta que saliera su tren”. Hedda Hopper lo llamaba “el lugar de citas más nuevo en la ciudad, tan agradable que es una alegría perder tu tren”.
Cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, el restaurante sirvió para dos roles distintos. Las estrellas se escondían ahí y bebían en el bar, los residentes locales lo buscaban todavía para una comida agradable en el día y la noche, pero periódicamente el salón principal tenía que se arreglado para servir a miles de militares que viajaban, mientas que a otros se les servían bolsas de comida a través de las ventanas de sus congestionados trenes.

Soldados en el restaurante Fred Harvey de Los Ángeles durante la Segunda Guerra Mundial De Appetite for America, cortesía de Kansas State Historical Society.
El apogeo del romance entre el restaurante Fred Harvey y Los Ángeles ocurrió en 1945, cuando se filmó en Hollywood un musical de la historia de la compañía, The Harvey Girls, con Judy Garland, Ray Bolger y Angela Lansbury. Después de que la película concluyó en mayo, Garland se casó con Vincent Minnelli, y la pareja salió de luna de miel hacia el este en el Super Chief. Ellos pasaron su primera noche de casados en un vagón privado de Santa Fe, el 181. La película se estrenó con gran éxito en enero de 1946, con carteles de tamaño real de Judy Garland como una Harvey Girl en “union stations” de todo el país.

Judy Garland en la película musical de 1954, “The Harvey Girls”. De Appetite for America, cortesía de la colección de Michael McMillan.
Aunque Fred Harvey, las líneas de trenes y Union Station de L.A. estaban esperanzados en que la película y el fin de la guerra ayudaran a crear un interés por los viajes en tren, el final de la década de 1940 marcó el inicio de un rol más reducido para los trenes de pasajeros y las estaciones. El restaurante Fred Harvey en Union Station continuó sirviendo excelentes comidas combinando la cocina estadounidense con varios platillos internacionales hasta que los bisnietos de Fred Harvey vendieron la compañía en 1967.
Desde entonces ha sido todo menos un restaurante: una locación para todo, desde Blade Runner hasta un video de Jonas Brothers y un escenario para casi todos los ritos que se celebraban ahí cuando el restaurante Fred Harvey era todavía el centro de la vida de Los Ángeles.
Conforme se acerca su 75 aniversario, y el vecindario alrededor de la estación ha resurgido, parece más probable que nunca que vuelva a ser un valioso restaurante Fred Harvey. Actualmente hay todavía tres de ellos en operación, los de El Tovar en el Gran Cañón y La Fonda in Santa Fe, Nuevo México han permanecido abiertos desde su inauguración en 1905 y 1926, respectivamente, mientras que una pareja de Los Ángeles, Allan Affeldt y Tina Mion, salvaron el hotel Harvey en Winslow, Arizona, La Posada, donde el exchef de L.A., John Sharpe, actualmente maneja su famoso Turquoise Room.
Y espero que un día pronto mi esposa y yo podamos caminar por la puerta de cristal y ver el delicioso segundo regreso del restaurante Fred Harvey de Los Ángeles.
Y espero que tengamos una mesa.
Stephen Fried es un periodista de investigación ganador de varios premios y ensayista, es el autor de Thing of Beauty: The Tragedy of Supermodel Gia, Bitter Pills: Inside the Hazardous World of Legal Drugs, The New Rabbi y, más recientemente, Appetite for America: Fred Harvey and the Business of Civilizing the Wild West—One Meal at a Time. Enseña escritura de no ficción en Columbia University Graduate School of Journalism y en University of Pennsylvania.
Categories: Historia