Para Saúl Sánchez no hay mejor satisfacción que ver la cara de los niños llena de admiración cuando lo ven conduciendo el tren y qué mejor cuando se acercan a él para saludarlo como si fuera todo un personaje.
“Me encanta ver la sonrisa de los niños cuando miran el tren. Se fijan en la persona que lo está operando, se admiran y algunos me dicen adiós con la mano”, comenta Sánchez con una sonrisa orgullo.
Y ¿cómo no? Sánchez es conductor de uno de los trenes de la Línea Dorada del Metro que va del Este de Los Ángeles hasta Azusa y viceversa. Su imagen no es como la de los maquinistas de trenes de antes. No usa overol rayado, ni gorro de maquinista y mucho menos un pañuelo rojo en el cuello como los conductores de Thomas, The Train. Ni tampoco grita ¡Todos A Bordo! pero sí luce radiante en su uniforme de Metro, muy nítido y limpio, lo suficiente para causar la admiración de los pequeños que viajan con sus familiares en el tren.
Sánchez forma parte de los operadores de trenes de la División de Monrovia, que se encarga de la Línea Dorada, pero comenzó sus labores en Metro como chofer de autobuses en 2011. En aquél entonces su ruta recorría el Valle de San Fernando y era parte de la División 15 de Metro.
“Para ser operador de tren tienes que trabajar en los autobuses primero por dos años. Luego te comienzan a entrenar para ser conductor de tren y si pasas te quedas” platica Sánchez.
Su jornada laboral es diferente cada semana. No tiene un horario designado, pero generalmente comienza su turno a las 4 de la tarde para terminar en la madrugada. Durante ese trayecto recorre dos veces la ruta de la Línea Dorada.
En ocasiones le toca trabajar en el patio de la división ya sea moviendo los vagones que tienen que ser reparados o ayudando en otras labores.
“Me encanta mi trabajo. Siempre me han gustado los trenes. Creo que es un privilegio para mí poder trabajar en algo que me gusta”, comenta el maquinista.
Sin embargo, conducir una maquina de pasajeros es mucha responsabilidad, su trabajo requiere estar alerta desde que se sube al vagón, hasta que se baja del tren.
“Tengo que estar muy alerta por conductores distraídos o personas que se pueden caer a las vías del tren. Tienes que cuidar a la gente… llámalo ‘proteger a los pasajeros’”.
Cuenta que tiene que poner precaución extra con los adolescentes pues en las estaciones juegan a pretender aventarse a las vías del tren y eso puede resultar muy peligroso.
“Uno no sabe si lo van a hacer o no, por eso hay que tener mucha precaución y visión al futuro”, cuenta agregando que en una ocasión una motocicleta casi se le atraviesa.
“Alerté al motociclista tocando el claxon del tren más fuerte que de costumbre, haciéndolo reaccionar”, dice
Con sus pasajeros no tiene problemas para nada.
“Aquí siempre te saluda la gente, los pasajeros son muy amables y como te digo algunos niños te dicen ‘hola’”
Saúl es mexicano. Nativo de Michoacán, inmigró a Estados Unidos buscando nuevas oportunidades y con el tiempo encontró una en Metro. Como operador de trenes sabe que su trabajo es muy importante.
“Soy muy profesional con la gente. Mantengo mi horario porque sé que la gente depende del transporte público para ir al doctor, al trabajo o a la escuela. Si cumplo con el horario en cada estación estoy ayudando a la gente a llegar a tiempo a sus destinos”.
En su tiempo libre le gusta correr, hacer ejercicio en el gimnasio y hasta cocinar. Bueno, eso si tiene tiempo ya que también le gusta asistir a los juegos de sus hijos que practican fútbol soccer.
En su futuro con Metro, el operador de tren dice que le gustaría “seguir subiendo”, llegar a ser supervisor o tal vez algo más que eso.
“Aquí no hay límites, si te propones algo puedes seguir avanzando. La agencia te da la oportunidad de seguir preparándote e incluso te ayuda a pagar tus estudios”.
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