Cuando Jay Trujillo tomó el volante de un automóvil, sus manos comenzaron a sudar, su corazón se aceleró más de lo normal y se quedó inmóvil. Le dio un ataque de pánico. Ahí comprendió que manejar un coche no era lo suyo y le dio la bienvenida al transporte público.
“Recuerdo bien ese día. Un amigo me estaba enseñando a manejar y sí pude, pero a la hora de estacionar, le dejé el carro en la mitad de la calle”, recuerda el joven.
Desde entonces depende 100 por ciento de los autobuses y trenes que lo desplazan a cualquier lugar del condado de Los Ángeles y mucho más allá.
Trujillo no se explica los motivos de su fobia de conducir un vehículo.
“Desde pequeño me sudaban las manos cuando me ponía nervioso y la verdad nunca he comprendido las razones por las que no puedo tocar el volante de un carro”, cuenta.
Pero el no saber conducir no es una limitación para su carrera profesional. Además, le gusta y prefiere usar el autobús porque no tiene que lidiar con nervios y el tráfico de la ciudad. También dice que es más fácil y económico.
“Por mi trabajo conozco todas las líneas de trenes y autobuses y las sé navegar muy bien”, platica.
El joven es coreógrafo. Se dedica a enseñar bailes y valses a quinceañeras, sus damas y chambelanes para el gran día de la fiesta. También funge como maestro de ceremonias y hace desfiles de modas.
La mayoría de sus clientas viven en el condado de Los Ángeles desde el Valle de San Fernando hasta Pomona. Pero también ha tenido trabajo en Riverside, Fontana y Rialto.
“Así como lo ves. Me voy en autobús, pero también tomo el tren hasta Pomona”, dice el maestro de baile con una sonrisa en los labios.
Para manejar bien los horarios y las rutas, el coreógrafo usa una aplicación en el teléfono celular que le dice con exactitud la hora, la ubicación de la parada del autobús o tren y la línea de autobús o tren que debe utiliza hasta su destino.
“Gracias a las tecnología se me ha facilitado. Meto la dirección al celular y la aplicación me guía. M e dice paso a paso la ruta que debo seguir. La verdad no puedo quejarme siempre los autobuses son puntuales es raro cuando no llegan o se descomponen”, comenta.
Y así se la ha llevado los últimos siete años que tiene enseñando a adolescentes a bailar. Casi todos los días tiene practica con los jovencitos y todos los días se desplaza en transporte público.
Trujillo es creador por naturaleza. No fue a la escuela a estudiar baile ni coreografía, sino que ya lo lleva en la sangre. En una ocasión ayudó a organizar un vals para la hija de una conocida y fue ahí donde encontró su vocación y negocio porque después de esa vez comenzaron a llegarle clientes.
“Les gustó mucho a los asistentes y de ahí comencé a tener mucho trabajo hasta ahora. Gracias a Dios”, cuenta con satisfacción.
“Es mi pasión. Es mi don. A mi el baile me encanta y que mejor que trabajar en algo que te gusta”, agrega.
En general, Jay se inclina más por los autobuses ya que tienen más paradas y no tiene que caminar mucho a su destino. El Metro lo deja para los lugares que son más lejos porque, dice, lo traslada con mayor rapidez.
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