Latinos en Metro: Jorge Galván es dirigente de los supervisores que responden a las emergencias de los autobuses

Treinta y un años y medio no pasan en balde y Jorge Galván lo sabe. Ya rebasó las tres décadas trabajando en Metro y lo dice con satisfacción. Galván es director de los supervisores de caminos, pero llegar a ese puesto le costó bastante. Comenzó en Metro a los 21 años como operador de autobuses medio tiempo en la División 18, luego se abrió paso para ser supervisor de caminos, fue supervisor del patio de donde salen los autobuses, instructor, despachador de autobuses, administrador de caminos, superintendente interino y otros tantos puestos más hasta que llegó a su posición actual.

El departamento operaciones de vehículos, que ahora dirige, se encarga de responder las llamadas de emergencia de los choferes desplegados en diferentes rutas del condado.

“Cada autobús tiene un radio y los operadores cuando necesitan ayuda llaman al departamento de comunicaciones y nosotros respondemos”, explica Galván.

Los tipos de ayuda son, por ejemplo, cuando los autobuses se ven involucrados en un accidente, cuando alguien se enferma a bordo del vehículo, cuando alguien sufre un asalto o una agresión o cuando se descompone el camión.

“No importa lo que pase. Saliendo del despacho de autobuses ya es responsabilidad de nuestros supervisores que están afuera en la calle. Ellos se encargan de todo en caso de un incidente inesperado”, indica el experto.

Galván tiene a su cargo a 84 supervisores que se encargan de toda la flotilla de autobuses, estimada en 2,400 vehículos, y sus respectivos operadores.

Bajo su dirección también está analizar y crear rutas de desviación cuando se tienen que cerrar calles para eventos especiales como maratones, desfiles, ferias y marchas.

Eso no es todo, su departamento también responde ante las aglomeraciones por eventos masivos como los juegos de los Rangers, Dodgers, Chargers y Lakers.

“Los trenes tienen extra servicio para cumplir las necesidades de los pasajeros en estos eventos y nuestros autobuses se unen a los trenes en un esfuerzo por llevar gente a las estaciones de una manera más efectiva”, dice Galván.

De igual manera cuando el servicio de trenes se ve interrumpido por alguna eventualidad, se destinan rutas de autobuses para ayudar a llevar a los pasajeros a sus destinos.

Los  supervisores que dirige también son muy ágiles. Se saben al revés y al derecho las rutas y las arterias más importantes de la ciudad. Cuando ocurre un accidente, incendio o eventualidad en la ruta de algún autobús de volada ponen en marcha su plan de contingencia para desviar sus camiones de una manera rápida y segura para que continúen su recorrido.

De todos los puestos que ha tenido Galván, este es el que le gusta más y de su trayectoria con Metro dice: “si uno se dedica y trabaja duro puede llegar a donde quiere”.

“Me gusta mucho este trabajo. Casi todos los días hay cosas diferentes que surgen, que hay que planear. Me gusta que no es la rutina de siempre”, dice.

Jorge Galván comenzó a trabajar a los 14 años para ayudar a sus padres a pagar su colegiatura en una escuela católica. Tiene 10 hermanos y todos hicieron lo mismo. Su primer trabajo fue en su propia escuela limpiando pizarrones y tirando basura.

Sus raíces son mexicanas. Su padre es de León, Guanajuato, pero su madre es nacida en Los Ángeles, de padres mexicanos. Su abuelos eran de la Barca, Jalisco

Nació y creció en el Este de Los Ángeles, donde todavía vive. Con orgullo dice que reside a dos casas de la vivienda donde creció. Su gran pasión son los animales. Tiene varias mascotas entre las que se encuentran tres perros, un gato y tres pajaritos.

“Cuidarlos ocupa mucho de mi tiempo”, cuenta.

A Galván también le agrada mucho leer y cuando puede se va de viaje: Las Vegas es su destino favorito, pero también Rosarito, donde tiene una casa vacacional.

Su meta en Metro es llegar a ser superintendente, que es un puesto más alto del que tiene. Estaría encargado de varios directores, como él, divisiones y comunicaciones.

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