El sueño de Silvia Alfaro es hablar inglés con fluidez y aprender a maniobrar bien la computadora ya que con los nuevos adelantos tecnológicos se ha quedado atrás. Esa es la razón principal por la que estudia en el Abram Friedman Occupational Center en el Centro de Los Ángeles, donde todos los días se traslada en autobús o tren.
Alfaro vive en el oeste de Los Ángeles. Sale de su casa a las 6:30 AM para llegar a las 8:00 AM y comenzar sus clases, ya sean de computación o lenguaje. Sale de la escuela a las 3:15 de la tarde.
“Usualmente tomo el tren para llegar, pero otras veces no. Depende del ánimo. A veces uso el 14, 2 o el 4 porque todos me traen para acá. Pero más bien utilizo el Blue Line que va a Long Beach porque me deja bien cerca”, explica.
“Lo bueno es que tengo muchas opciones para venirme a la escuela”, agrega.
Alfaro es nativa de El Salvador, pero lleva viviendo en Estados Unidos desde 1980. Con orgullo dice ser ciudadana estadounidense. Su meta es aprender todo lo relacionado con tecnología avanzada. Le gustan las redes sociales, pero no sabe muy bien cómo manejarlas.
“Estaba en Facebook y a veces necesitaba meter fotos o subir cosas y no sabía… entonces le tenía que pagar 20 dólares a mi hijo para que me ayudara”, platica la señora.
Hasta que mejor decidió aprender a hacerlo ella misma.
“Yo dije ‘no way’… mejor voy a la escuela a aprender y ya no tengo que pagarle a mi hijo para que me ayude”, dice y suelta la carcajada.
Alfaro viene de una familia humilde. Cuenta que de niña sus padres no tuvieron recursos para enviarla a la escuela y con mucho sacrificio terminó el octavo grado. Acá en Los Ángeles tuvo varios trabajos hasta que cayó en una fuerte depresión por problemas familiares y le detectaron diabetes.
Ahora su situación ha cambiado. Cuenta que su esposo le pidió que ya no trabajara y se dedicara a ir a la escuela.
“Gloria a Dios porque eso era lo que yo necesitaba”, dice.
Silvia ya no tiene que preocuparse por sus hijos ya que son mayores de edad y ahora solo busca aprender un poco de lo que no pudo aprender cuando era menor.
“Mi esposo dice que si algún día yo pudiera curarme de la diabetes… entonces podría regresar a trabajar”, agrega.
Del transporte público, la estudiante dice que no tiene problemas. Toda la vida ha utilizado el autobús, ya que cuando estaba aprendiendo a manejar tuvo un accidente y decidió decirle adiós al volante pues le daba mucho miedo.

Fotos: Marilú Meza
Nunca le ha fallado Metro, solo en una ocasión. Hace tiempo, cuando iba a la escuela a aprender inglés a LA High, se topó en la parada del autobús con un hombre que le sacó un cuchillo y ya estaba listo para atacarla.
“Yo corrí… corrí hasta que llegué a la casa. Eso fue porque el autobús que esperaba no pasó a tiempo”.
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