
María Reynolds dice que los conductores de autobuses que trabajan en esta época del coronavirus merecen todo el reconocimiento del público. Foto: Cortesía de María Reynolds.
A lo largo de los 33 años y medio que ha trabajado en Metro, María Reynolds, directora de Operaciones de Transporte de la División 15, ha tenido que enfrentar numerosas calamidades, entre ellas terremotos, disturbios raciales e incendios forestales. Nada, sin embargo, se compara con el enorme reto que representa el brote del COVID-19.
“Estamos ante un desafío mundial que nunca habíamos visto. Debido a que mucha gente está confinada en su casa, hemos bajado el servicio de autobuses solamente para ofrecer viajes esenciales. Para nuestros conductores que siguen trabajando esto representa un gran riesgo para su salud, pero lo hacen porque tienen que transportar a la gente que trabaja en los hospitales, a los que tienen que ir a citas con el médico o hacer sus compras”, dice Reynolds, quien el próximo mayo se retirará de Metro.
Reynolds asegura que se siente inmensamente orgullosa de estos trabajadores de Metro, que no dudan en cumplir con su deber, a pesar de los peligros que ello entraña. “Son ejemplares y ojalá que el público pueda apreciar la gran labor que están haciendo en estos momentos de crisis por la pandemia del coronavirus”.
Como directora de Operaciones de Transporte de la División 15, Reynolds está a cargo de supervisar a 450 conductores de autobuses, así como a un equipo de 13 supervisores y a tres gerentes. Su principal misión es asegurarse que la división ofrezca el mejor servicio posible a los pasajeros del Valle de San Fernando.
La funcionaria explica que uno de los principales problemas que enfrentan a diario los conductores de autobuses es lidiar con los desamparados. “Muchas personas que carecen de hogar abordan los autobuses en las tardes y en las noches para dormirse ahí, otras no pagan y otras tienen enfermedades mentales. Para nuestros operadores de autobuses es difícil tratar con ellos y, al mismo tiempo, asegurarse de no molestar a los demás pasajeros”.
Para aprender a lidiar con este tipo de problemas y, además, a manejar los autobuses en condiciones difíciles por el tráfico y el clima, Reynolds dice que los conductores reciben un entrenamiento de ocho semanas.
María nació en Montebello. Su padre es originario de La Piedad, Michoacán y su madre es de Arizona. Cuenta que entró a trabajar en Metro en septiembre de 1986, cuando la agencia operaba bajo el nombre de RTD. Estaba recién graduada de la Universidad del Sur de California donde estudió Administración Pública y, cuando le ofrecieron trabajar como analista para el Departamento de Relaciones Laborales, no lo pensó dos veces. Su tarea consistía en responder a quejas laborales de los miembros del sindicato de conductores. Este trabajo fue para ella una gran enseñanza pues le dio la oportunidad de conocer a fondo cómo funciona la agencia.
Después de trabajar varios años en esa área, fue ascendida en 1999 al puesto de asistente de Operaciones en Chatsworth y en 2003 al de directora de esa División. En 2010 la transfirieron a la División 3 y en 2011 a la División 15, que es donde trabaja actualmente.
Además de trabajar de manera ardua, la clave que ella encontró para ascender en Metro fue aplicar lo que llama “la regla de oro”, que es tratar a los demás de la misma forma que tú quieres que te traten.
De las muchas satisfacciones que ha tenido en su carrera destaca haber participado en la apertura de la Orange Line en octubre de 2005. Esta línea de autobuses conecta Chatwsworth, en el Valle de San Fernando, con la estación North Hollywood de Metro. “Pese a los retos que enfrentamos para terminarla, desde un principio fue todo un éxito y por ello la considero uno de mis mayores logros”, subraya.
Reynolds dice que ahora que se retire, lo que más extrañará es el trato diario con sus compañeros de trabajo. “Aunque pienso seguir en contacto con ellos a través de Facebook o del teléfono, no será lo mismo. Voy a extrañar sus sonrisas y también el no estar ahí por si necesitan ayuda”, confiesa.
A pesar de ello, ve con optimismo su retiro. “Voy a seguir muy ocupada en mi iglesia, con proyectos en mi casa, tengo pensado viajar y disfrutar más de mi familia. Mi esposo trabaja en casa, así que ahora pasaré más tiempo con él. Uno de mis hijos vive en San Francisco y trabaja en la industria hotelera, así que pienso ir a verlo seguido. El otro tiene planeado irse a vivir a Japón como maestro de inglés, así que también será una oportunidad para visitar ese país”.
Pero lo que más desea, por ahora, es que los esfuerzos para vencer al coronavirus sean exitosos y que Metro pueda poco a poco, volver a operar en condiciones normales.
Categories: Latinos en Metro