Frank Flores llegó hace 26 años a Metro para quedarse. El ingeniero civil, originario del Bronx de Nueva York, soñaba con hacer carrera dentro de una agencia de transporte y Metro le ofreció esa oportunidad dorada.
“Mi primer trabajo fue en octubre de 1986 como ingeniero en la Línea Verde, después me alejé de esta área para entrar en cuestiones de finanzas”, relata Flores, quien hoy ocupa una de las posiciones de mayor jerarquía en Metro: director ejecutivo del Departamento de Desarrollo de Capital Regional, que pertenece a la División de Planificación del Condado.
Frank tiene bajo su supervisión directa a 26 personas que se encargan de planificar y programar los fondos que recibe Metro para mejorar y promover sistemas innovadores y amplios de transporte a través del condado de Los Ángeles.
Entre los programas que Frank y su departamento manejan se encuentra el Plan de Transporte de Largo Alcance para el Condado de Los Ángeles en los próximos 30 años, con un presupuesto de 265 mil millones de dólares (billones en inglés) y el programa de Mejoramiento del Transporte Regional del Condado de Los Ángeles, con un presupuesto de 21 mil millones de dólares (billones en inglés).
Bajo su dirección, este departamento también ofrece análisis de financiamiento estratégico, orientación para el manejo de proyectos y programas, recomendaciones de política, análisis legislativo y orientación técnica para los miembros de la Junta Directiva de Metro, para el personal ejecutivo y comités de la agencia.
Adicionalmente, Frank está a cargo de vigilar que Metro cumpla con las regulaciones del llamado Título VI que prohíbe la discriminación por cualquier concepto (origen nacional, raza, edad, religión, etc.).
Frank estudió la licenciatura y la maestría en ingeniería civil en Manhattan College en Riverdale, New York. Es el mayor de tres hermanos nacidos de una pareja de inmigrantes puertorriqueños que les inculcaron a sus hijos, desde pequeños, la importancia del trabajo duro y la educación.
“Mi papá trabajaba en una fábrica de textiles y mi mamá en la oficina de correos. Los dos nos motivaron a que fuéramos a la universidad porque sabían que eso nos iba a abrir muchas puertas”, dice Frank.
Cuando terminó la universidad, Frank consiguió empleo en la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA). Posteriormente trabajó para distintas organizaciones y empresas como el Puerto de Nueva York y Nueva Jersey, la Dirección Metropolitana de Transporte de Nueva York y la Administración de Transporte Federal.
La oportunidad de trabajar en Los Ángeles se presentó en 1986 cuando un ex compañero de clases le habló de Metro.
“A mí me entusiasmó la idea desde un principio, pero a mi esposa no. Estábamos viviendo en Nueva Jersey y a ella le gustaba mucho allá, pero la convencí con el argumento de que aquí tenía mejores oportunidades de avanzar”, afirma Frank, padre de dos jóvenes que empiezan a brillar con luz propia. “Mi hijo Marc, de 26 años, estudió computación y trabaja en Microsoft, en el estado de Washington y mi hija Crysthal, de 24 años, estudió arte fílmico y trabaja en Disneylandia”.
Además de sentirse afortunado por su trabajo y su familia, Frank también considera una bendición vivir en Los Ángeles. “Es como Nueva York, pero sin el frío del invierno. Además, aquí tiene uno la playa y las montañas”, dice. Agrega que en los próximos años la ciudad tendrá un mejor sistema público de transporte gracias a todos los proyectos que están en marcha, lo que la hará aún más atractiva.
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