María Lechuga considera que nunca es tarde para aprender y por eso, a los 60 años, una edad en la que muchos sólo piensan ya en el retiro, ella decidió regresar a la universidad para estudiar Administración de Negocios.
“Siempre quise terminar una carrera universitaria para sentirme mejor preparada en mi trabajo y eso fue lo que me hizo volver a la escuela el año pasado. Aunque al principio estaba un poco preocupada, ahora me siento fascinada por los maestros que tengo, por mis compañeros y por todas las materias que estudio”, asegura María, quien es administradora de contratos en el Departamento de Compras de Metro (Procurement Department).
Sin ocultar su entusiasmo, agrega que lo que más le motiva a estudiar es que ahora se siente más segura en todo lo que hace. “Yo llegué al puesto que tengo gracias a que entré aquí hace muchos años, en 1991 y poco a poco fui aprendiendo con la práctica. Mis jefes me promovieron porque antes no se exigía que uno tuviera un título, pero ahora sí, por eso es que quiero tenerlo”, afirma María, a quien muchos conocen también como Vicky, que es su segundo nombre.
El haber regresado a la escuela ha sido también un motivo de orgullo para su familia, especialmente para sus hijos y sus nietos. “Todos están muy contentos y me dicen que se sienten muy orgullosos de mí, así que eso me anima a seguir adelante”, manifiesta.
Como administradora de contratos, María explica que trabaja para tres departamentos de Metro: Seguridad Corporativa (Corporate Safety), Manejo de Riesgos (Risk Management), Recursos Humanos (Human Resources) y a veces también para la Oficina Ejecutiva.
Sus responsabilidades consisten, fundamentalmente, en conseguirles a esos departamentos los contratos que necesitan para llevar a cabo sus funciones, las cuales son muy diversas pues cada departamento tiene requerimientos muy especiales. “Un día me piden que consiga una compañía de seguros y otro día una clínica para que quienes solicitan empleo en Metro se hagan los exámenes médicos de rigor”, especifica.
Esta diversidad, sin embargo, es precisamente lo que más le gusta de su trabajo. “Nunca me aburro porque todos los días es algo diferente, cada contrato y cada compañía con la que trato es distinta”.
El mayor reto, dice, es la premura con la que a veces se trabaja, pues hay ocasiones en que le solicitan con urgencia un contrato. “El desafío es seguir todas las reglas para que mis clientes, que son los departamentos de Metro para los que trabajo, finalmente queden satisfechos con el servicio”.
María explica que ella se encarga de seleccionar a cinco o seis candidatos que cumplen con todos los requisitos para que les den el contrato. Estas propuestas se envían después a un comité integrado por tres o cuatro personas que las evalúan y eligen al que haya obtenido la calificación más alta, de acuerdo con ciertos criterios ya establecidos.
De carácter sencillo, alegre y afable, María cuenta que nació en Phoenix, Arizona y que sus padres eran originarios de Jalisco, y que siempre hablaron español. “En mi casa no me permitían que hablara en ingles y qué bueno, porque eso me ayudó a ser bilingüe y a conservar mi cultura”.
Al salir de la preparatoria entró a trabajar al Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles como secretaria. En 1983 entró a trabajar a Los Angeles County Transportation Comission y cuando ésta se fusionó con Rapid Transit District para crear Metro, pasó a formar parte de la nueva agencia.
Aparte de su trabajo y la escuela, para María lo más importante es su familia, con la que trata de pasar el mayor tiempo posible. “Con mis cuatro hijos y mis siete nietos, que tienen entre 19 y cinco años, nunca faltan las fiestas familiares, un día es un cumpleaños, otro día un aniversario o una graduación, siempre hay algo que celebrar”, dice con una sonrisa.
Su mayor satisfacción y alegría, subraya, es ver que sus hijos trabajan y tienen ya sus propias familias. “Todos estudiaron una carrera, dos de ellos tienen maestría, uno es arquitecto y el otro es marine”.
Cuando le queda un poquito de tiempo libre, disfruta mucho la convivencia con sus hermanas. “Fuimos siete, pero ya fallecieron dos. Yo soy la menor y todas ya están muy mayores pues la que es más joven tiene 12 años más que yo”.
Uno de los momentos más felices de su vida, precisa, fue el pasado noviembre cuando cumplió 60 años. “Hice un gran fiestón y pude invitar a toda mi familia, éramos más de cien, la pasamos muy suave, fue algo inolvidable”, señala con emoción.
Aunque todavía no piensa en el retiro, María –quien vive en San Bernardino y toma el Metrolink para ir al trabajo- dice que una vez que deje de trabajar le gustaría disfrutar más de su familia y viajar para conocer el mayor número de países que pueda.
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