El señor William D. Peppers recuerda que el vagón del tren subterráneo estaba completamente vacío. Aún no eran las 4 de la madrugada del viernes, cuando la mayoría de los neoyorquinos aún están dormidos, pero ya iba tarde a su trabajo en una panadería del Bronx. Cuando su tren pasaba por Midtown Manhattan, el señor Peppers se estiró, cerró sus ojos y empezó a cabecear.
Entonces fue cuando sintió un golpe ligero en el hombro. Era un agente de la policía.
Peppers había puesto sus pies encima de un asiento del Metro, y eso, el agente le informó, uno que en este caso podría conducir a su arresto. Peppers pasó 12 horas en la cárcel antes de ver a un juez y fue puesto en libertad después de declararse culpable.
“Lo entiendo si fuera en horas pico, pero no había nadie en el tren. Por qué no decir simplemente ¿baje los pies por favor?”, dijo el señor Peppers, trabajador de mantenimiento en una panadería. “Perdí un día de trabajo por una tontería”.
Es posiblemente uno de los delitos menores por los cuales los neoyorquinos son frecuentemente arrestados. Sentarse inadecuadamente en un asiento del tren subterráneo. Hace siete años la ciudad penalizó (regla 1050 (7)(J), lo que anteriormente era considerado simplemente tener mala educación o malos hábitos. Los pasajeros subiendo los pies en los asientos.
Además, los pasajeros no pueden tomar más de un asiento si interfiere con la c comodidad de otro pasajero, tampoco pueden bloquear el movimiento de otros pasajeros como el pararse cerca de las puertas de entrada y salida en el Metro.
Las autoridades entregaron más de seis mil infracciones por estas violaciones en el 2011. Pero era mejor pagar una multa de 50 dólares en lugar de enfrentarse al problema que muchos pasajeros tienen que enfrentar. Alrededor de 1,600 pasajeros, como Peppers, fueron arrestados, muchas veces esperando más de un día para ser presentados ante un juez y luego ser puestos en libertad, de acuerdo a las estadísticas de la oficina del procurador de la ciudad.
En algunos casos, los pasajeros fueron arrestados porque tenían órdenes de detenciones graves, o por no tener un documento de identificación con fotografía. Algunos arrestos fueron difíciles de explicar, sin ninguna aparente causa, más que la violación del asiento o subir los pies al asiento.
Por lo menos en un caso, la violación llevó a una deportación.
No está claro por qué a Peppers no se le dio una infracción. Tenía record de arrestos que iban tres décadas atrás e incluían posesión de armas de fuego, robo y la venta de cocaína. En el 2009 salió de prisión, donde ha pasado la mayor parte de su vida adulta. Pero él y su abogado dijeron que no había ninguna orden de arresto.
En entrevistas, los defensores públicos que representaron a muchos de las personas arrestadas dijeron que la mayoría de sus clientes son personas de la clase trabajadora, muchos vienen cansados después de haber trabajado largas horas en las cocinas de los restaurantes de Manhattan. Los abogados dijeron que muchos de los casos se originan en el tren F, en la estación Centro Rockefeller.
En una decisión reciente, un juez de Brooklyn, Noach Dear, dio de baja un caso de un hombre multado por tomar más de un asiento en el tren A, a las 3:10 a.m. el 24 de diciembre. “Este caso parece no tener nada que ver con el código y su aplicación”, explicó el juez Dear en su decisión. El mismo juez indicó que este tipo de arrestos no tienen mucho sentido, generalmente cuando los trenes van casi vacíos, ya sea a altas horas de la noche o muy temprano donde los niveles de aglomeración son mínimos.
Algunos de los casos han sido costosos para la ciudad. Los archivos indican que la ciudad de Nueva York tuvo que pagar 150 mil dólares a Juan Castillo, un diabético, que fue arrestado por levantar brevemente su pie al asiento después de haberse inyectado insulina, mientras viajaba en un tren F rumbo a Manhattan para ir a trabajar. Los agentes de la policía lo encerraron en la cárcel y se rehusaron a darle acceso a su insulina por 30 horas, según los papeles del tribunal. El señor Castillo terminó en un hospital por dos días.
El ayuntamiento se está defendiendo de una demanda que presentó Abdi Omar, un mensajero de 30 años de edad, que fue arrestado el 1 de septiembre a las 10:40 p.m., por supuestamente tener los pies arriba del asiento. Omar indicó que el agente de la policía le dijo después de sacarlo del tren que también había una orden de arresto, misma que él rechazó. Cuando el joven se rehusó a que le tomaran las huellas de su mano sin prueba de su orden de arresto, las autoridades lo mandaron al hospital Bellevue Hospital Center para evaluación psiquiátrica, de acuerdo a la demanda presentada por Omar.
Omar dijo que la policía nunca presento pruebas de su orden de arresto y cuestionó la acusación de subir los pies al asiento y finalmente ganó.
Sin embargo, y después de tanta controversia, el vocero del Departamento de Policía de Nueva York indicó que la aplicación de la ley en el Metro ha hecho de los trenes un sistema más seguro para viajar. Este artículo fue publicado en The New York Times.
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