Ashad Hamideh es un auténtico ciudadano del mundo. Nació en Arabia Saudita, su familia es de origen palestino, vivió por años en Perú y en Holanda, tiene la ciudadanía estadounidense y “el corazón latino”.
Es, sin duda, uno de los empleados más preparados de Metro, donde ocupa el cargo de gerente de Planificación de Transporte. Tiene un doctorado en ingeniería civil de la prestigiosa Universidad Purdue y, además del inglés, domina a la perfección el árabe y el español.
De carácter sencillo, afable y con gran facilidad de palabra , explica que sus tareas en Metro se centran en tres aspectos: El primero, conseguir fondos estatales y federales para los proyectos de transporte. El segundo, analizar los proyectos de ley que se discuten en el Congreso para impulsar aquellos que favorecen a Metro. Y, por último, obtener recursos para los programas que ayudan a transportarse a personas de escasos recursos y a los discapacitados.
La tarea de conseguir fondos, subraya, no es nada fácil. “Siempre es difícil solicitar dinero, pero en esta época en la que hay una gran escasez de recursos es doblemente complicado convencer a los legisladores que aprueben el dinero que se necesita para las obras de transporte. Hay ocasiones en que hemos tenido que competir hasta con 1,500 proyectos”, explica.
Pese a lo difícil que resulta esta tarea, Ashad ha participado con éxito en la negociación para financiar varios proyectos importantes, entre ellos el de ExpressLanes (Carriles Exprés) en las autopistas 10 y 110 que se inaugurará este año. “Para ese proyecto obtuvimos 210 millones de dólares y me siento muy satisfecho por ello debido a la importancia que tiene. Hay otros proyectos en los que también he participado como el de conseguir 48 millones de dólares para una estación de autobuses cerca de Union Station y 25 millones de dólares para comprar más autobuses”, asegura.
Para llevar a cabo con éxito estas negociaciones, Ashad explica que se necesita poner en los zapatos de varias personas a la vez. “Tengo que pensar no sólo como ingeniero sino también como legislador, como abogado y, desde luego, como usuario para saber cuáles son las necesidades más urgentes que hay”.
Ashad explica que desde muy joven se sintió atraído hacia el área de transporte. “Cuando vivía en Perú y era un estudiante de preparatoria me transportaba a todos lados en autobús y me gustaba mucho por el contacto con la gente. Ahora que vivo en Los Ángeles también utilizo siempre que puedo el autobús y el tren, pero me doy cuenta que a veces las personas no valora el servicio que se les da. Me siento mal cuando veo que hay grafito, que hay basura y que, en general, no se cuida lo que se tiene”, dice con pesar.
En su opinión, esta actitud se debe a la falta de educación acerca de las condiciones de transporte en otras partes del mundo, donde hay grandes carencias. “En Palestina, por ejemplo, la gente no tiene la libertad de transportarse adonde quiere y en Perú, los pasajeros a veces tienen que ir colgados de las puertas de los autobuses porque el servicio no es suficiente. Aquí los usuarios no tienen que pasar por eso, pero muchos no lo aprecian”.
Cuenta que tuvo la fortuna de vivir en Perú gracias a que su abuelo emigró a ese país, en busca de mejores oportunidades de vida. “Mi abuelo no tuvo oportunidad de educarse. Se tuvo que ir sin familia y sin dinero y cuando llegó a Perú empezó a vender de puerta en puerta. La gente de allá, que es muy amable y humilde, lo recibió muy bien y gracias a eso él pudo progresar. Fundó una compañía de textiles y empezó a llevarse a mucha familia para allá, entre ellos yo”.
Luego de vivir en Perú, Ashad emigró a Estados Unidos, donde estudió ingeniería civil. Su dedicación a la escuela lo llevó a Holanda, donde obtuvo una maestría en Ingeniería de Transporte. De regreso a la Unión Americana siguió estudios de doctorado en la prestigiosa Universidad Purdue, en Indiana. Posteriormente se casó con una joven, también de origen palestino, nacida en Chicago, que estudiaba Tecnología de Computación en la misma universidad. La pareja se estableció en Los Ángeles y Ashad entró a trabajar a Metro en 2003.
Confiesa que esta ciudad le encanta por su clima, su topografía, muy parecida a la de Palestina, y porque tiene inmigrantes de todos partes del mundo. Alrededor de 200 personas de su familia viven en el sur de California. Sus padres pasan parte del año en Palestina y otra parte en Estados Unidos.
Con gran orgullo, Ahad revela que es padre de cuatro hijos. “Dios nos bendijo a mi esposa y a mí con trillizos que ya tienen nueve años y un cuarto niño que tiene ocho años”, dice.
Sobre sus metas, a nivel personal dice que quiere ser un ciudadano útil y productivo en todos los sentidos. “Quiero ser un buen padre, un buen esposo y un buen hijo. Inculcarles a mis hijos el amor a Dios y a su madre y mi mayor deseo sería que hubiera paz en el mundo”, afirma.
En cuanto a sus aspiraciones profesionales, sin dudarlo dice que le gustaría llegar a ser el director general ejecutivo de Metro. “Creo que tengo la capacidad para estar en ese puesto y hacer un buen trabajo. Además de que tengo la preparación, entiendo los problemas de los usuarios porque vengo de las mismas raíces, tengo el corazón latino gracias a que viví en Perú y tengo muchas ideas y proyectos que podrían ayudar a mejorar el transporte público”, subraya.
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