Union Station: un hombre de respeto

Esta es la cuarta de una serie de notas que publicaremos este mes sobre la historia de Union Station que este 3 de mayo celebra su 75 aniversario.

El conductor de Amtrak, Irv Hirsch. Foto: Kim Upton.

El conductor de Amtrak, Irv Hirsch. Foto: Kim Upton/Metro.

Desde 1974 es un conductor de Amtrak basado en Union Station. Pero entre sus más gratos recuerdos está el haber sido conserje de los trenes que viajaban entre L.A. y Chicago.

“Todavía tengo mi vieja credencial que dice soy miembro de la histórica organización afroamericana Brotherhood of Railroad Sleeping Car Porters,” recuerda. “Si tú eras portero de un vagón dormitorio Pullman eras un hombre de respeto.

Como portero Irv Hirsch estaba a cargo de un vagón. Cada cubículo tenía un salón para sentarse durante el día y se convertía en un dormitorio durante la noche. Un portero en esos días era un botones, sirviente, mesero y conserje para los pasajeros que iban en ese vagón. En el caso de Hirsch, era el Amtrak Southwest Chief, que hacía un recorrido de 43 horas entre Los Ángeles y Chicago. Los porteros afroamericanos eran hombres distinguidos, dice Hirsch, que podrían haber tenido éxito en cualquier carrera. Ellos estaban orgullosos de sus puestos y él estaba orgulloso de ser uno de los pocos porteros blancos en esa época.

Eran tiempos distintos en muchas formas, algunas buenas, otras no tanto.

“Union Station en los 70 no estaba abandonada”, dice. “Pero era un poco vieja, Tranquila. Había visto mejores días. Era un reflejo del hecho de que había muy poco tráfico de trenes”.

Union Station había sido construida para viajes largos. Antes de que Metrolink empezara a operar en 1992, no había trenes de pasajeros en Los Ángeles. Esto significó que como los viajes de larga distancia habían disminuido, Union Station se había convertido en un remanso.

Todo estaba muy tranquilo, excepto en las mañanas. A mediodía había quizás tres personas caminando alrededor”, dice Hirsch. “Conforme se agregaron trenes – a San Diego y Santa Bárbara — empezó a cambiar. Cuando pusieron la Línea Roja [de Metro] eso cambió más las cosas. Ahora hay mucha gente moviéndose en todas direcciones – como debe ser”.

Lo que Hirsch disfrutó más de trabajar en el tren fue la gente que conoció. Algunos eran celebridades (Martin Scorsese, Bob Newhart, Christopher Lloyd, Paul Windfield, Jack Palance) pero la mayoría sólo gente regular a la que le gustaban los trenes. Pero, ¿qué era lo que les gustaba?

“Muchas veces la gente busca una forma interesante de llegar a un lugar. Es la experiencia verdadera de viajar. Realmente no tienes eso en un avión. Tú estás aquí; luego estás allá. No hay alegría en volar. Es sólo una tarea”.

Hirsch sufrió un accidente grave cuando trabajaba en los trenes. Hubo un descarrilamiento en Colorado.

“Llegamos a una curva y unos hombres tenían una camioneta pick up y estaban robando las traviesas de las vías. Trataron de salirse de la vía, pero se quedaron en el centro. Nosotros veníamos a una velocidad de entre 70 y 90 millas por hora. El vagón de equipajes se volteó. El primer vagón de pasajeros giró al lado del siguiente. El mío se salió de las vías.

“Lo realmente divertido fue que nadie supo acerca de esto. No había celulares, ni tweets, ni periódico. Nada. Fue el 19 de noviembre de 1977 y fue el día en que Anwar Sadat viajó a Jerusalén. [Sadat fue el primer líder árabe que visitó Israel.] Llegamos a Chicago. Nadie se encontró con nosotros. Nos registramos en nuestro hotel, dormimos unas horas y fuimos a hacer el reporte. El hombre me dijo: ‘Queríamos que vinieras temprano’. Pero estuvo bien. No salí lastimado y estaba feliz de que no me había lastimado”.

“Trabajar para los trenes ha sido para mí como un boleto E. Me pagan para viajar en el tren y eso es lo que siempre he querido hacer”.

“¿Alguien sabe ahora que es un boleto E?”