Una usuaria de fin de semana

 

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María de Jesús Delgado es niñera. Cuida a un niño árabe de 1 año y cuatro meses en Thousand Oaks, California.  El dilema es que vive en Highland Park y para llegar a su trabajo tiene que tomar seis autobuses.

“Me voy a las 6 de la tarde y si me va bien llegó a mi destino a la 1 de la mañana”, dice Delgado, nativa de Oaxaca.

El caso es que María de Jesús usa el transporte público los fines de semana y es cuando los servicios corren menos seguido en comparación con los días de la semana cuando la demanda está en su tope.

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Su jornada comienza en la estación Highland Park, donde toma la Línea Dorada del Metro rumbo a Union Station; Ahí transborda a la Línea Roja del tren para bajarse en la estación Universal City. En esa parada espera la línea de autobuses 150 y se baja en la intersección de Topanga Canyon/Ventura, donde espera ya sea la línea 161 0 245 con destino a Westlake Village.  Es ahí donde llama a un taxi porque el autobús local de Thousand Oaks no trabaja los fines de semana.

“Lo bueno es que solamente son dos veces a la semana lo que tengo que esperar, comenta Delgado agregando que los viernes toma el ‘bus’ local 2 y 3 para poder llegar a la Central de Tráfico a tomar las líneas 161/245 de regreso a su casa.

“Para esos me tengo que apurar porque la última corrida es a las 4 de la tarde y si se me pasa la hora ya me tengo que ir en taxi hasta al ‘traffic center”, agrega con una sonrisa en el rostro.

Y ese ha sido su recorrido desde hace seis meses que comenzó con este empleo.  Sin embargo, a pesar de que su trayecto es largo, María de Jesús no pierde el tiempo en el tren o en autobús.  Dice que se la pasa leyendo, escuchando música y pensando.  Además, le gusta mucho su trabajo.

Se ha encariñado mucho con el pequeño que cuida, tiene su propio cuarto con refrigerador e internet y puede cocinar lo que ella quiera, generalmente comida mexicana.

“Cuido al bebé, lo baño y le enseño inglés y español. También les ayudo a limpiar la casa, pero no cocino.  Ellos comen comida árabe”, cuenta la señora.

Y al parecer su comodidad es correspondida.  Sus patrones están contentos con ella e incluso le han ofrecido que se quede toda la semana a vivir con ellos. Así se ahorraría renta, comida y transporte.

“Una vez me quedé y me aburrí mucho”, dice María de Jesús. “Para mí es mejor tomar el autobús y regresar a mi vecindario. Tengo muchos amigos y vecinos con los que me llevo bien.  Soy una persona que le gusta hablar y convivir con la gente”, platica.

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Delgado es nativa de Oaxaca. Inmigró a Estados Unidos en busca de una vida mejor para su familia.  Su pesar es su hija adolescente, quién vive del lado mexicano y no es porque no pueda mudarse a Los Ángeles sino que no quiere cruzar la frontera.  Es en ella en quien piensa cuando va de camino al trabajo en el autobús.  Eso sí, dice que del servicio no puede quejarse.

“No me puedo quejar. Disfruto el viaje.  Los camiones están limpios y los choferes son siempre muy amables.  Además comprendo que los fines de semana la gente no usa el servicio tan seguido y por eso no pasan con tanta frecuencia”.