Cuando vivía en México, el payasito Pompis Clown trabajaba en los autobuses y trenes de Metro. Le encantaba divertir a los pasajeros que diariamente tomaban el transporte público para ir a la escuela, trabajo o al médico. Ahora vive en Los Ángeles y toma la Línea Roja de Metro, pero para trasladarse a su trabajo en un restaurante de comida al sur de la ciudad.
“Aquí hago figuras con globos para los niños y los divierto. Ese es el trabajo de los payasos”, comenta Alejandro Martínez, su nombre de pila.
Entretener y crear emociones es su pasión y es por eso que no pierde la esperanza de poder regresar algún día a actuar en los trenes y autobuses, pero ahora quiere divertir a los pasajeros angelinos
“Me gustaría que me invitaran a hacer un evento especial. Si vieras como es gratificante. Ya lo experimenté. Hay de todo en el tren, pero la gente que viaja con una actitud adormilada, cansada, pasiva, pensando en problemas y estresado a veces alguien que canta y actúa le cambia la actitud a una más alegre y positiva”, dice.
Todos los fines de semana, Martínez se transforma en el Pompis Clown. Su jornada comienza en la Estación Noho, donde toma el tren de la Línea Roja hasta la Estación 7th en el centro de la ciudad. Ahí transborda a la Línea Azul del tren rumbo a Long Beach para bajarse en la estación Vernon. Eso no es todo, en esa parada Pompis Clown, vestido con su elegante atuendo de payaso, toma un carro de Uber para poder llegar a su trabajo en el Hometown Buffet.
“Tengo mi carro, pero lo dejó en la Estación North Hollywood porque me es más conveniente que estar buscando estacionamiento y dando vueltas para ponerle dinero al parquímetro. Es mucha batalla”, platica el artista, quien hace alrededor de dos horas para llegar a su destino.
A pesar de la espera, al payasito le agrada viajar en el tren.
“Descanso, me vengo escuchando música, pienso y hasta me duermo… ah! también me ahorro el estrés del trafico”, agrega con su sonrisa de payaso.
Y eso no es todo. Le encanta alegrar el día a los pasajeros. Como si fuera ya un mecanismo automático, cada vez que la gente lo ve sonríe y hasta lo saluda.
Los niños lo buscan y le dicen adiós de lejos con la manita.
“La gente sonríe cuando me ve. Esa es una satisfacción muy grande. Le cambias el día a las personas, te vuelves el centro de atención en el tren. Hay gente que se atemoriza, pero cuando te ven sentado… les cambias la actitud”, expresa.
Martínez es de Michoacán, pero de joven partió a la capital mexicana a estudiar actuación. Ahí conoció mucha a gente entre los que había payasos y mimos. Cuando su situación económica no fue tan buena, uno de los mimos le ofreció enseñarle la profesión de payaso y Martínez no lo pensó dos veces.
“Me enseñó a hacer figuras con globos pequeños y comencé a hacer promociones en centros comerciales”, platica con un entusiasmo como si fuera ayer.
De ahí trabajó en circos, eventos privados y hasta espectáculos grandes en el Teatro de la Ciudad de México.
“Cuando entré al mundo de los payasos, me enamoré de él porque después de ser el espectador pasé hacer el actor y después de ser el actor pase a ser la estrella de cada lugar al que iba”, expresa.
El payasito Pompis Clown tiene planeado hacer un espectáculo en un teatro local para divertir y crear emociones y conciencia sobre los problemas sociales.
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