Hacerse vegetariano, tener menos hijos y dejar el auto, lo mejor contra el cambio climático

Abordar el transporte público es una de las mejores formas de combatir el calentamiento global. Foto: Steve Hymon.

Muchos políticos del mundo están preocupados porque Donald Trump se niega a firmar el Acuerdo de París para combatir el cambio climático. Pero un estudio reciente ha analizado que los individuos pueden tomar acciones personales que ayudarían a reducir las emisiones de CO2. El problema es que las más efectivas exigen grandes cambios en el estilo de vida occidental:  una dieta vegetariana, dejar el auto y tomar el transporte público, así como tener menos hijos. El diario El País publicó la siguiente nota al respecto:

El cambio climático es, aunque algunos aún lo duden, efecto de la acción humana, de la suma de billones y billones de acciones individuales pasadas y presentes. Desde James Watt y la invención de la máquina de vapor hasta la compra de un vehículo eléctrico por un ciudadano concienciado, muchas decisiones implican emitir más o menos CO2. También es cierto que el grado de responsabilidad de un gobierno como el de EE UU y su renovada apuesta por el carbón no es el mismo que el de una persona que no recicla. Ahora, un estudio estima lo que puede hacer cada uno para reducir las emisiones de todos.

 “Hay cuatro acciones que podrían rebajar de forma sustancial la huella de carbono de cada individuo: “comer una dieta basada en los vegetales, evitar los vuelos en avión, vivir sin coche y tener familias más pequeñas”, dice el investigador de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) y coautor del estudio, Seth Wynes. En cifras (ver gráfico), dejar la carne por las verduras evitaría la emisión de 0,8 toneladas de gases de efecto invernadero (tCO2) por persona y año, según detallan en la revista Environmental Research Letters.

Tras la dieta vegetariana, otra medida individual de gran impacto sería pasarse al coche eléctrico. Las estimaciones cifran en 1,15 tCO2 el ahorro anual. Hay que tener en cuenta que, aunque un vehículo eléctrico se publicite como cero emisiones, un porcentaje de la electricidad que lo mueve se genera con combustibles fósiles y se emitirán nuevas emisiones tanto en su fabricación como en su jubilación. Por eso, la medida más radical sería prescindir por completo de los coches, lo que doblaría la reducción de emisiones respecto a los vehículos eléctricos.

Dejar la carne por las verduras evitaría la emisión de 0,8 toneladas de gases de efecto invernadero por persona y año

Los autores del estudio reconocen el alto potencial de las energías limpias, el problema es que los ciudadanos, como consumidores, no tienen muchas opciones para comprar energía limpia. En España, como recuerda la responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace, Tatiana Nuño, “te venden un mix de energía sucia y energía verde”. Sin embargo, ya hay algunos países en los que el consumidor puede ir directamente al generador, lo que podría incentivar la generación de energía verde.

Otra de las acciones individuales con mayor impacto sería la de no volar en avión. Aunque la industria aeronáutica está trabajando para que sus motores sean más limpios y eficientes, harán falta décadas de mejoras para que su aportación disminuya. En cambio, cada vez que una persona evita volar, reduce las emisiones de manera inmediata.

Esa inmediatez es una de las mayores fortalezas de este listado de acciones individuales. Frente a los planes de los gobiernos o las grandes empresas, que dibujan rutas y escenarios de reducción de emisiones para dentro de 10, 50 0 100 años, un cambio en la conducta de la persona tiene un efecto inmediato.

Hay una excepción y es, precisamente, la medida más personal y la de mayor impacto de todas las que puede tomar una persona: tener o no tener hijos. El efecto de dejar de tener un hijo casi se sale de la gráfica, reduciendo las emisiones casi en 60 tCO2. Es la estimación más original y arriesgada ya que se basa en las emisiones futuras que habría provocado ese hijo, así como las de sus hijos y los hijos de estos. Pero las sociedades más avanzadas, con cuyos datos se ha hecho el estudio, ya tienen tasas de natalidad muy bajas.

Mientras un congoleño emite 30 kilogramos de CO2 al año, un estadounidense emite 16,4 toneladas

“El problema no es tanto tener más hijos sino tenerlos en una sociedad insostenible, donde cada persona emite demasiada polución climática”, aclara Wynes. Para hacerse una idea, mientras un habitante de la República Democrática del Congo emite al año 30 kilogramos de CO2 al año, según datos de 2016 del Banco Mundial, un estadounidense emite 16,4 toneladas.”Lograr sociedades de bajas emisiones en su conjunto, lo que implicaría cambios en las instituciones y estructuras sociales y políticas, sería como multiplicar por 17 el efecto de no tener un hijo”, añade el investigador canadiense.

Aquí, el enlace a la nota completa:

https://internacional.elpais.com/internacional/2017/07/12/mundo_global/1499815223_153774.html