
Rosy Orantes. Fotos: Marilú Meza.
Cuando Rosy Orantes llegó a Los Ángeles supo que tendría más oportunidades si aprendía inglés, por eso en cuanto su hija tuvo edad para ir a la escuela, ella también se inscribió a clases para aprender el lenguaje.
Todos los días viaja en Metro del Sur Centro de Los Ángeles al Abram Friedman Occupational Center, ubicado en la equina de las calles Olive y 17th, en el centro de la ciudad.
“Tengo como cuatro años utilizando el autobús y el tren todos los días para ir a la escuela de mi hija, al mercado y a mis clases de inglés”, comenta Rosy.
Su jornada diaria arranca a las 5:30 de la mañana cuando se levanta a prepararle el desayuno y el almuerzo a su esposo. Luego, se prepara para partir a su jornada diaria. Sale de su casa, ubicada cerca de las calles Normandie y 46th, a las 7:20 de la mañana rumbo a la escuela Ricardo Lizarraga Elementary School, donde asiste su hija de 4 años.
Para llegar usa Metro Red Line o las líneas de autobús 705 ó105 para bajarse en la calle Avalon. En ese lugar transborda al 51, 52 ó 351 para bajarse a una cuadra de las calles de San Pedro y 41th, donde está la escuela de su niña. Le toma alrededor de 20 minutos en llegar.
“Lo bueno es que pasan varios autobuses por ahí y cada cinco minutos”, comenta
De ahí se va a sus clases de inglés. Para llegar tiene que regresar a tomar el autobús ya sea el 51, 52 ó 351 para bajarse en Washington Blvd y transbordar a Metro Blue Line que la deja cerca de su destino.
Otra opción que tiene es utilizar las rutas del autobús 55 ó 355 que corre sobre la calle Adams, pero estos demoran más en pasar.
“Todo depende. Tengo una aplicación en el teléfono que me dice cuál es la ruta más rápida”, dice.
A pesar de sus esfuerzos por llegar temprano a clases, casi siempre se le hace tarde.
“Entro a la escuela a las 8, pero casi siempre llego un poquito tarde… pero le he explicado a mi maestro que tengo que dejar primero a mi niña en la escuela y luego me vengo de volada a clases”, platica.
La joven madre toma muy en serio sus clases. Ahora cursa el nivel 5 de inglés. Su meta es ser bilingüe 100 por ciento. Por el momento se enfoca en terminar el programa de Inglés como Segunda Lengua (ESL) aunque en ese centro de capacitación puede aspirar a una carrera vocacional y/u obtener el diploma de preparatoria para transferirse a un colegio comunitario y luego a la universidad.
“Todo el día estoy en clases de inglés, primero gramática y luego ‘speaking’”, dice. Sus clases terminan a las 12:50 y toma el mismo camino de regreso a casa.
“Sí es difícil, pero echándole ganas todo se puede”, expresa Rosy.
Su esfuerzo bien que ha valido la pena. Cuenta que ahora va a sus citas médicas sin la ayuda de un intérprete y prefiere que las enfermeras y médicos le hablen inglés para practicarlo.
Su objetivo en este país es superarse. En su país de origen, El Salvador, Rosy era maestra de computación, pero luego tuvo que inmigrar a Estados Unidos para estar junto a su esposo, quien ya tenía tiempo trabajando en Los Ángeles.
“Nos casamos y queríamos estar juntos y por eso vine”, relata.
Al principio comenzó a trabajar, pero luego dio a luz a su hija y prefirió quedarse en casa para atenderla y estudiar el idioma.
“Me di cuenta lo importante que es hablar inglés en este país para todo y sí me gustaría estudiar una carrera relacionada a la computación”.
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