
Fotos: William Sansores
William Sansores llegó a Metro en 2013 por cuestiones del destino y por pura necesidad. Su padre acababa de morir y tenía que conseguir un trabajo mejor para ayudar a su madre a sostener a la familia.
Fue difícil. Conducir un autobús no era lo que soñaba hacer. William quería ser ingeniero en sonido y trabajar en la industria de la cinematografía. Estaba en su tercer año de colegio.
No obstante, con Metro tiene un empleo estable y con beneficios y además poco a poco le fue tomando amor a las calles, a los pasajeros y hasta los estudiantes que traslada todos los días de la escuela a sus casas.
“Aprendí a querer mi trabajo. Cuando entré sentía mucha responsabilidad, pero con el tiempo aprendí a tener confianza”, explica el conductor.
El joven es empleado de tiempo completo. Su jornada laboral comienza alrededor de las 2 de la tarde en la División 15, en el Valle de San Fernando. Durante sus 8 horas laborales conduce tres rutas: la 152 que va a Roscoe, 234 que va por Sepulveda Blvd. y la 230 que va recorre Laurel Canyon Blvd.
“La que me gusta más es donde viajan los estudiantes porque el tiempo se va rápido. Llego a la parada y ya hay como 100 niños esperándome y ya sabes donde se bajan siempre. El tiempo se va súper rápido y me recuerda cuando yo tomaba el autobús cuando iba a la escuela”, comenta el joven de 29 años.

Fotos: Cortesía William Sansores
Eso sí, el operador hace su trabajo con mucha responsabilidad y siempre está consciente de que lleva por lo menos 80 vidas sobre su espalda.
“Aquí tienes que estar atento todo el tiempo. Cuando se bajan los estudiantes tienes que estar pendiente porque se empujan. Todos quieren salir al mismo tiempo”, platica.
Ese es uno de los retos que enfrenta diariamente.
“Sigo todas las reglas. No tengo que preocuparme, pero siempre estoy atento a los alrededores. Puede haber gente cruzando enfrente de ti, gente que viene corriendo y gente preguntándote algo. Todo al mismo tiempo. Tienes que poner atención porque el camión es tan pesado que cualquier golpe es algo grande”, explica.
Al principio Willie, como le llaman sus amigos, no se sentía seguro conduciendo un vehículo tan grande como los de Metro. Sin embargo, en una ocasión participó en el rodeo de autobuses que organiza la agencia y fue uno de los mejores.
“Ahí agarré confianza. Vi que fui uno de los mejores. Me di cuenta que puedo mover el camión como yo quiero”, recuerda.
William nació en Los Ángeles y creció en el área de Koreatown. Sus padres tienen raíces muy bien establecidas en Yucatán. Su papá nació y está sepultado en ese estado y aunque su madre es estadounidense, sus abuelos son yucatecos. Platica que creció visitando cada año a su familia en Mérida y es por eso que habla muy bien español, idioma que utiliza casi todos los días en su trabajo.
“Hay muchos pasajeros que hablan español. Me preguntan por direcciones y lo más curioso es cuando no tienen nada que preguntar y solo me preguntan ‘¿hablas español?’”, comenta.
En cada oportunidad que tiene viaja a Mérida a visitar a su abuela y para no perder la tradición que le dejó su padre.
En su tiempo libre le gusta ir al cine y pasa horas también ejercitándose en el gimnasio. No ha dejado su pasión por el sonido y hasta tiene un “home theater” en su casa, donde ve sus películas favoritas.
El joven dice que se siente satisfecho con su trabajo en Metro, donde ve muchas oportunidades para avanzar. Le gustaría solicitar el puesto de supervisor y en un futuro cercano regresar al colegio a terminar su carrera de ingeniería en sonido.
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