
Foto: Jazmín Ortega
Generalmente cuando nos subimos a un tren de Metro, pensamos que para llegar a nuestro destino dependemos exclusivamente de la pericia del conductor. Pocas veces reflexionamos en que, detrás de la operación de este medio de transporte, existe un equipo de profesionales que supervisa paso a paso que nuestro recorrido sea rápido, seguro y eficiente y que está listo para responder ante cualquier imprevisto.
Ese equipo se encuentra concentrado en el llamado Centro de Operaciones de Trenes (Rail Operations Center o ROC) ubicado en un edificio de dos pisos, muy cerca de la estación Imperial/Wilmington en Willowbrook, donde se entrelazan las líneas Verde y Azul del Metro (Metro Green & Blue Lines).
El centro es relativamente nuevo. Fue inaugurado en julio de 1990, al mismo tiempo que la Línea Azul, e impresiona por lo avanzado de su tecnología. Del lado derecho se encuentran varias pantallas gigantescas que muestran cada una de las cuatro líneas de trenes de Metro: la Roja, la Verde, la Azul y la Dorada.
Karl J. Williams, manager del ROC, nos explica durante un recorrido por las instalaciones del lugar, que en esa área trabajan 25 observadores que, como lo dice su nombre, están a cargo de observar y vigilar hasta el más mínimo detalle de lo que ocurre en cada una de las estaciones. Para ello, además de las pantallas gigantescas, cuentan en sus escritorios con monitores más pequeños que les permiten acercarse y ver con detalle cualquier situación inusual que llame su atención. “Puede ser, desde un paquete abandonado, la conducta sospechosa de alguien que corra por los andenes, un robo, una pelea, etc”, precisa el funcionario.
En caso de detectar cualquier problema, los observadores se comunican inmediatamente con la agencia indicada para resolverlo. Si es un asalto , por ejemplo, lo reportan inmediatamente al Departamento del Sheriff. El ROC cuenta de manera permanente con un representante de esta agencia del orden. En caso de tratarse de una emergencia médica llaman a las ambulancias o al Departamento de Bomberos. “El personal está entrenado para saber cómo responder ante cada una de las situaciones que supongan un riesgo para alguien o que obstruyan la operación normal de los trenes”.
Los observadores reciben también llamadas del público que son de diversa índole. “Algunos hablan para reportar incidentes, como robos o conductas sospechosas de alguien, pero la mayoría es solamente para pedir información general acerca de los horarios de los trenes o de cómo llegar a sus destinos”, dice Williams, quien agrega que cada día se reciben en el centro alrededor de mil llamadas.

Foto: Jazmín Ortega
En la parte izquierda del ROC se encuentra el área de los llamados controladores. Aquí, asegura Williams, trabajan 45 personas cuya misión principal consiste en monitorear, también a través de grandes pantallas, el movimiento de los trenes para asegurarse de que lleguen a tiempo y sin problemas.
“Cuando se detecta una falla mecánica en un tren, lo primero que hacen los controladores es tratar de arreglar el problema dándole instrucciones al operador. Si esto no resulta, se comunican con el personal técnico adecuado para buscar la solución. Al mismo tiempo, tienen que planificar una estrategia para movilizar a los pasajeros del tren y evitar cualquier situación de riesgo”, manifiesta Williams.
El funcionario de Metro agrega que cada línea de tren presenta retos diferentes. La Azul, por ejemplo, es especialmente proclive a los accidentes porque corre al nivel de la calle y tiene que lidiar con peatones y con el tráfico vehicular.
Carlos Razura Anaya, quien es supervisor de Operaciones del ROC, y tiene a su cargo la vigilancia de la Línea Roja, explica que el desafío principal de ésta es que es subterránea. “Para esta línea tenemos procedimientos diferentes porque, si se presenta una emergencia, tenemos que tener cuidado de que las condiciones de movimiento de los pasajeros sean seguras porque tienen que desplazarse a través de túneles. Otra preocupación importante es que no falte la ventilación y que haya iluminación”, explica.
Razura Anaya dice que para llevar a cabo este trabajo recibió un entrenamiento de varios meses en Metro. Precisa que le gusta su trabajo porque sabe que de él depende que los pasajeros de Metro lleguen sanos y salvos a su destino.
Para cumplir con esta meta, Williams puntualiza que las 65 personas que laboran en este centro están comprometidas, antes que nada, con la seguridad. “El centro funciona todos los días de la semana las 24 horas para cuidar que los trenes operen de manera eficiente y segura”, subraya.

Foto: Jazmín Ortega
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