La revolución del transporte no se puede hacer en piloto automático

banner_OEI_Newsletter

¿Por qué los visionarios de la tecnología necesitan tener los pies bien plantados en la tierra?

Durante la primera década de la Era de la Información, el transporte fue como agua estancada para la innovación. Pero en los últimos años, el entusiasmo generado por los vehículos autónomos y los viajes compartidos podrían alterar dramáticamente las ciudades tal como las conocemos hoy.

Por ejemplo, Elon Musk, de Tesla, promovió su visión de un futuro dominado por los autos eléctricos, en su mayoría propiedad de individuos, pero compartidos con otros durante ciertas horas para tener un ingreso extra. Tiempo después, John Zimmer, de Lyft describió su versión del futuro, en el que los viajes compartidos y los vehículos autónomos dominarán en sólo cinco o 10 años.

El problema con estas dos visiones es que son demasiado ambiciosas o poco realistas y son promovidas por compañías que quieren obtener ganancias de los resultados que describen.

El tener un riesgo financiero en el futuro en el que uno cree no es algo malo y tampoco lo es tener un negocio lucrativo. La Oficina de Innovación Extraordinaria de Metro está muy interesada en las señales que envía el mercado sobre el transporte del futuro.

Por otro lado, no es una coincidencia que un desarrollador de vehículos eléctricos con capacidades autónomas como Musk crea que en el futuro la gente tendrá muchos de estos vehículos. Tampoco es coincidencia que Zimmer, como propietario de una compañía de vehículos compartidos con finanzas que lucen más atractivas sin la necesidad de conductores podría vender en el futuro viajes compartidos autónomos. Esta es la misma razón por la que Uber ha hecho un gran acontecimiento con el lanzamiento de vehículos supuestamente autónomos (que en realidad incluyen un conductor y otro empleado) en Pittsburgh. Como regla, no es particularmente útil depender solamente de gente que vende cosas para pronosticar el futuro de su industria o de su producto.

Una pregunta más útil que se debe hacer, para quienes nos preocupamos por mejorar el acceso al transporte y la movilidad, así como los beneficios sociales y económicos de esto, es: Dada la forma en que está cambiando la tecnología y las nuevas opciones que podríamos tener, ¿qué clase de futuro queremos? ¿Cómo encajan esas herramientas tecnológicas? ¿Y qué clase de política realista y de inversión en infraestructura nos llevará ahí? El lugar para empezar a contestar esas preguntas no es la tecnología. En lugar de ello, es determinar los resultados que queremos. La tecnología es un medio para un fin, no el fin. Algunas metas que podríamos considerar son las que resuelvan los principales problemas que enfrentamos en el condado de Los Ángeles.

  • Nuestro sistema de transporte está dominado por un medio, los automóviles privados, que pueden ser muy peligrosos tanto para la gente en sus vehículos como para los que están cerca de ellos.
  • Nuestro sistema de transporte está dominado por una fuente de energía que es la gasolina, la cual produce emisiones en grandes cantidades que contaminan el aire, contribuyen al calentamiento global y amenazan nuestra forma de vida.
  • Nuestro sistema de transporte es altamente ineficiente y dificulta la movilidad, especialmente para los que tienen menos recursos, porque nuestras vías están infravaloradas y nuestros sistemas de transporte están subdesarrollados.

Musk y Zimmer tienen razón en que la tecnología tiene el potencial de resolver estos problemas, por lo menos el primero y el segundo (y probablemente el tercero, con el tiempo). Los vehículos autónomos pueden hacer más seguros los automóviles. Los vehículos eléctricos pueden reducir las emisiones. En conjunto, los vehículos autónomos y eléctricos tienen el potencial de resolver los problemas que hoy los autos privados y el transporte públicos no pueden.

Pero estas tecnologías están lejos de poder cumplir con sus promesas. Tienen el potencial de hacerlo pero eso no significa que finalmente lo harán. Eso se debe a que los desarrolladores de tecnología tienden a asumir que si una tecnología existe y crea grandes beneficios se implementará en gran escala. Pero los expertos en política pública saben que este no es necesariamente el caso.

Las bolsas de aire, los cinturones de seguridad y otros aditamentos existían y podrían haber salvado vidas durante muchos años antes de que fueran de uso general. Pero los fabricantes de autos se resistieron a instalarlos de manera obligatoria porque no había un incentivo económico. Los carros eléctricos también han existido por décadas. Pero todavía hay muy pocos de ellos en las calles por los retos del costo y la infraestructura para cargarlos. Sin una política pública apropiada, los beneficios de la tecnología pueden ser mínimos.

Esta no es una excusa para no hacer nada o darle la espalda a la tecnología. La OIE está enfocada en probar nuevas ideas y tecnologías que puedan atacar los retos de hoy y de los próximos años.

Algo que sabemos de seguro es que el lograr que el transporte público (autobuses, trenes y bicis compartidas) funcione mejor también ofrecerá incentivos para reducir el manejo de autos y es muy probable que avance para abordar los retos mencionados anteriormente. Cuando el transporte es mejor y más gente lo usa, menos personas están en riesgo de morir o de lesionarse en un accidente automovilístico. Y menos personas consumen gasolina en sus vehículos privados y también menos permanecen atrapadas en el tráfico.

La tecnología no es la visión. La visión es un sistema de transporte más seguro, más sustentable, más equitativo y sin obstáculos que sirva de manera efectiva a nuestra región.

Este artículo fue escrito por Joshua Schank, jefe de la Oficina de Innovación Extraordinaria de Metro.

Foto: Google.