Voces de Pasajeros: Aurelia Barrón es una jubilada muy activa

Fotos: Marilú Meza

Hace apenas cuatro meses que Aurelia Barrón goza de los frutos de su trabajo acumulados por más de 40 años. Barrón se acaba de jubilar del Departamento de Seguridad Interna, pero eso no la detiene. Es una mujer muy activa y ya hasta anda buscando trabajo de tiempo parcial para no perder su ritmo de vida.

Con respecto a la transportación no se preocupa. Siempre ha usado transporte público para “moverse” a donde quiera. Lo ha hecho desde 1970 que llegó a Estados Unidos proveniente de Guadalajara en busca de una vida mejor.

El beneficio es que ahora cuenta con el pase del descuento de Metro para personas mayores.

“Solo pago 42 dólares y me puedo subir a todos los autobuses para ir a donde yo quiera”, explica la señora.

Generalmente utiliza los autobuses 720, 260, 761 y las líneas de Metro Gold, Purple y Red lines.

Antes las utilizaba más seguido para ir al centro de Los Ángeles ya que por más de 30 años Aurelia trabajó para el gobierno federal. Primero en el Departamento de Justicia y terminó sus años de servicio laborando en el Departamento de Seguridad Interna.

“Yo no manejo. Tuve un accidente y me dio miedo. Así que casi toda la vida he usado el autobús y después los trenes cuando extendieron el servicio”, comenta Aurelia.

Cuando Barrón llegó a Los Ángeles se acomodó decorando aparadores en una elegante tienda de ropa entre las calles 5th y Broadway.

En aquel tiempo Barrón tomaba las líneas de autobuses 28 y 30 que pasaban por la calle Pico.

“El centro era muy bonito. No había cortinas de fierro. Las tiendas lucían sus ventanales decorados. Los podías apreciar si caminabas en la noche. No había grafiti… ni vandalismo”, cuenta Barrón.

En 1987 consiguió trabajo en el Departamento de Justicia en la calle Soto y Olympic. Era la época de la amnistía

“Tomaba el autobús 68 que llega hasta el Este de Los Ángeles. No había tren todavía”, dice.

“Ahí les dábamos las tarjetas verdes a las personas y los permisos de trabajo. También dábamos la residencia permanente cuando ya era tiempo”, agrega.

Su trabajo era darle la bienvenida e información a las personas que iban llegando. También buscaba las tarjetas y permisos de trabajo que se habían quedado rezagadas y las entregaba a las familias que llegaban preocupadas porque no les habían llegado sus documentos.

“De ahí nadie se iba triste. Todos se iban felices por recibir sus documentos legales”, recuerda.

Tras los cambios en el servicio de inmigración, Aurelia fue trasladada en el 2000 al Departamento de Seguridad Interna, donde se encargaba de enviar las cartas a las personas con orden de deportación firmada por el juez.

“Hasta el mes de enero tomaba el 260 rumbo a la Atlantic Station para tomar Metro Gold Line rumbo a Little Tokio y luego caminaba a mi trabajo”, comenta Barrón.

Desde entonces, Aurelia se encuentra disfrutando de su retiro. Cuenta que por fin ha tenido la dicha de levantarse tarde, caminar y pasear a su perrita sin apuro. En un futuro quiere viajar y porqué no conseguirse un trabajo de tiempo parcial.